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domingo, 29 de mayo de 2016

La promesa de un planeta solitario


La cosmogénesis gaiana y el origen de la vida extraterrestre de acuerdo con las enseñanzas gnósticas



He traducido esta serie de tres artículos, publicado por los amigos de www.metahistoria.org y que comparto aquí con Uds. Los dos primeros ya habían sido publicados en este blog anteriormente. 


sábado, 21 de mayo de 2016

Las Sidhe

Butterfly tree, de Josephine Wall ( http://www.josephinewall.co.uk/ )
Cuando Sofía se convirtió en Gaia, ella trajo a una mitad de la raza humana con ella en su encarnación terrestre. Las mujeres Gaianas llegaron a llamarse Sidhe en memoria del agudo lamento que resonaba en la tierra durante los largos eones de su gestación en el vientre telúrico.
Sidhe, Celta, mujeres hadas o duendes. Pronunciada “Shii”. Equivalente al sánscrito “stri, mujer, anatómico femenino”.
Como los Ancestros del Tiempo del Sueño en las canciones aborígenes, las mujeres de la tierra primordial emergieron desde el torso incipiente de la geografía Gaiana y le dieron forma a la tierra. Las Diosas necidas de la Roca fueron las formas más arcaicas de las Sidhe, recordadas en palabras raras como Rhea, “que fluye desde la roca”, Lakhamu, “serpiente de tierra” y Louhi, “la bruja mala”. Y por supuesto, Gaia, la madre del planeta. Las Sidhe sólo emergieron en forma independiente cuando el planeta se hizo totalmente permeable, cuando Sofía incorporó totalmente su Luz de alta permeabilidad en los elementos físicos. Su sometimiento como Gaia generó espontáneamente a las Sidhe desde el corte de una plantilla, así como los hongos desde una membrana del micelio.
Las mujeres nativas originales eran producciones orgánicas del Sueño de la Tierra. Ellas eran poderosas soñadoras que podían producir desde sus cuerpos muchas especies animales, pájaros e insectos. En su co-soñar con la Diosa Sofía las primeras mujeres manifestaban elaboradas protuberancias desde el torso de la tierra. Ellas elaboraban palacios de muchos pisos, tan adormados como los de Borobudur y Angkor, refugios en los cuales vivía la colección de animales sagrados de Gaia, dispuestos jerárquicamente. En sí mismas, las mujeres vivían desnudas y a la intemperie, descansando en profundos túmulos que después se conocieron como “montículos de las hadas”. Ellas reproducían asexuadamente las numerosas mutaciones de especies exóticas a su cargo y, en una variante del mismo proceso asexuado, se reproducían a sí mismas.
El linaje madre de los distintos tipos de Sidhe era la raza Kerali. Con el tiempo esta raza llegó a considerarse como una más entre todas, aun cuando es la matriz genética de todas las otras. También llamada la raza Parténica o “virgen”, es el linaje raíz de todas las diosas a quienes la memoria ancestral las asocia con consortes maculinos, los dioses “muertos y resucitados”, Dumuzi, Thammuz, Attis, Adonis y muchos más. Estos dioses moribundos eran hombres de Orión, enamorados de las hijas de Gaia- pero esa es sólo la parte romántica de la historia.
Por eones en el tiempo de la tierra, los hombres que llegarían a unirse con las mujeres Gaianas aún no llegaban al planeta. Ellos estaban ocupados cazando en otros mundos cercanos a Orión.
A partir del linaje Kerali, Gaia produjo varias razas de Sidhe para expresarse a símisma en el nivel humano.
Desde los poros lampiños de Gaia emergió la raza serpiente, las Nagas, mujeres-serpiente dotadas con maravilloos poderes de sanación.
Desde sus poros peludos llegaron las hermosas habitantes del reino de los árboles, las glamorosas ninfas arbóreas, las dríadas. Por eones eran indistinguibles de los árboles en los que vivían: las dríadas cambiaban los árboles como las mujeres cambian su vestuario, pero finalmente hubo híbridos, ninfas que se unieron a una especie en particular, como el laurel, el ciprés y el enebro.
Los fluidos corporales de Gaia dieron origen a la raza de seductoras ninfas acuáticas, las ondinas. Existe una incontable variedad de ellas, desde las sirenas que cantan en las profundidades del océano hasta los fantasmas de forma cambiante que cuidan cascadas, pozos, manantiales, lagos, ríos, lluvia y niebla.
Desde la lava volcánica que proveía su menstruación, Gaia produjo la raza de las dakini, brujas tutelares dotadas con poderes mágicos terribles, quienes blanden dagas llameantes y beben sangre que emana de los cuerpos de los animales desmembrados por ellas.
Las dakinis del fuego, las nagas de la tierra, las dríadas del aire y las ondinas del agua – estas eran las variantes elementales de la raza Kerali. Todas las razas eran originalmente virginales y partenogénicas, y no tenían contrapartes de género masculino. Las Sidhe no sabían qué se estaban perdiendo. Hasta ahora los chamanes meditan sobre la ilusión de la primacía “fee-male” (n.t. juego de palabras):”El primer hombre no era un hombre, era una mujer...”, dice Ino Moxo, con una risa ladina.
Pero la historia completa es cualquier cosa menos divertida.

La antigua enemistad.
La enemistad entre hombre y mujer surgió cuando entidades de tipo masculino de la Nébula de Orión llegaron a la tierra, hasta entonces un paraíso habitado sólo por mujeres salvajes, y cazaron hasta casi la extinción a los animales mágicos de la Diosa Gaia.
Por eones antes de la llegada de los machos Alfa, las Sidhe seguían en sus montículos de hadas a semejanza de vientres, totalmente independientes del acto sexual. A medida que absorbían el enorme flujo de calor del planeta, sus vientres crecieron como domos y las especies animales, pájaros e insectos, emergieron de los refugios subterráneos en una secuencia de protuberancias pulsantes. La partenogénesis Gaiana ocurrió espontáneamente cuando las Sidhe se retiraron a los montículos durante ciertas estaciones, bajo ciertas configuraciones de estrellas. La miríada de especies emergió en hebras plasmáticas con apariencia de globos tubulares articulados extrudiendo desde los ombligos estelares de las mujeres en éxtasis. Cada especie asumió la forma y atributos de la configuración celestial por la cual fue regulada (Estos patrones natales se preservaron más tarde en las correspondencias zodiacales / animales).
Los homnres de Orión no eran nativos del mundo terrestre, pero las mujeres Gaianas crecieron desde la verdadera sustancia del planeta madre. Por incontables eones, las Sidhe habitaron la tierra por sí mismas, ajenas al hecho que constituían una mitad de una especie polarizada en géneros. Ni los Hombres de Orión ni las Sidhe reconocían que eran componentes complementarias del molde de una misma especie, pero sexualmente distintas en su origen, lo que resultó en la causa primaria del enorme dolor y confusión. Sin embargo fue también la ocasión para una larga aventura de amor y transformación. Este es el romance ctónico.
Las entidades con base en Orión llegaron en corrientes plásmicas que trajeron una rara turbulencia a los cielos serenos que cubrían los pabellones animales de domos blancos. Sus cuerpos de tipo masculino se condensaron lentamente desde la nube de magma del trapecio del mundo, pero por eones permanecieron gigantescos en estatura y con habilidades monstruosas. Ellos eran dirigidos por un rugido en sus cabezas (luego sería reproducido como el rugido de un toro), un sonido que los cautivaba en el conjuro de la magia de caza. Sin embargo, la caza no era una simple aventura de emociones fuertes. En primer lugar, no era ni una cruzada mística por la unión con la presa, ni una estúpida codicia por trofeos. Los hombres Orión eran guiados por un impulso primario por buscar indicadores totémicos que les revelarían sus roles en el orden cósmico.
Los hombre Orión estaban primordialmente dotados con diversas habilidades para el acecho. Su intento ciego producía una gama de habilidades de caza, ritos y disfraces.
En su primer encuentro con las Sidhe, los hombres Orión eran canales inconscientes de intento transdimensional, una fuerza tan pura, tan recientemente forjada, que no tenía marcas de identificación, ni firmas auto desarrolladas. Ellos construyeron una identidad por la acumulación de indicadores totémicos, pero permanecieron ignorantes de su identidad cósmica original, su firma genética innata, el Antropos. Acumulando signos totémicos de la forma más mecánica, los machos Alfa no sospechaban que podían encontrar su verdadera contraparte en las Sidhe. Ellos no se daban cuenta que su identidad humana original dependía de la armonización de los géneros. Nosotros tampoco.
Mientras la mitosis Gaiana prevalecía, las Sidhe experimentaban una vinculación sin obstáculos con sus innumerables crías. Las mujeres Gaianas eran feroces protectoras de sus proles. Al principio los grupos de caza de Orión no representaban una amenaza al milagro de la simbiosis Gaiana. La depredación produjo sólo leves variaciones en el incremento o disminución de las especies.

Cuota excedida.
Sin embargo sobre muchos eones el ritmo cambió, el frenesí se profundizó. A medida que los hombres absorbían las marcas totémicas desde la vasta gama de especies Gaianas, ellos también adquirieron mana, una sobrecarga de fuerza vital telúrica. Anclado en la tierra, el mana era un nuevo y fascinante poder, muy diferente a la turbulencia plásmica del mundo nebular de Orión. El exceso, el hartazgo masculino, era su debilidad innata. Ahora se convirtió en la marca de su expresión foránea. A través del exceso de mana, ellos comenzaron a cazar más y más animales, cada vez con mayor frecuencia, más ciega e indiscriminadamente.
Las sidhe observaron este cambio con marcada preocupación. Instintivamente, ellas anhelaban proteger el balance simbiótico del planeta y preservar su rol único como cuna transdimensional de las mutaciones epigenéticas. Desconcertadas por el espectáculo de exceso masculino, sin embargo, fueron pacientes con los intrusos. En un momento crucial, las mujeres Gaianas hicieron una proposición funesta. Ellas ofrecieron un tótem animal para la ternura, una cualidad de la que los hombres visiblemente carecían. Ellas escogieron un conejo de orejas largas, pero el indicador totémico no fue del gusto de los hombres y la oferta fue rechazada. Los machos Alfa no querían convertirse en hombres-conejo. A partir de entonces, las especies se redujeron penosamente, y cayeron fuera del Sueño (es decir, se extinguieron).
Eones más tarde Orión el Cazador llegó a ser visualizado con Lepus la Liebre arrastrándose en sus talones, un recuerdo arcaico de la fallida propuesta.
Debido a problemas de comunicación, las mujeres Gaianas fueron incapaces de mantener la obsesión de caza de los hombres Orión dentro de sus límites. Ellas simplemente no sabían cómo fomentar una buena relación con estas entidades masculinas, quienes les parecían a ellas deidades hinchadas descendidas desde el cielo. Finalmente las sacerdotisas Gaianas responsables por el Sueño Animal quedaron consternadas. Habiendo observado que las entidades de Orión exhibían una peculiar forma de actividad mental basada en patrones numéricos y geométricos, ellas respondieron con una acción complementaria: ellas establecieron una cuota de caza. La proposición fue en gran medida ignorada, como si los cazadores, quienes claramente no podían establecer sus propios límites, se resistieran a aceptar límites de nadie más.
Las sacerdotisas ahora tomaron una extraordinaria medida de control: demandaron el sacrificio de un cazador para devolver una cuota en exceso. El intercambio de la vida de un cazador por las vidas de tantos animales mágicos era un acto equitativo a los ojos de las mujeres Gaianas, pero esto fomentó una semilla de enemistad entre ellas y los hombres de Orión. El clan de las Mujeres de Artemisa, cuyo rol especial era la protección del Sueño Animal, impuso la pena de muerte. Un antiguo mito dice que Artemisa envió al escorpión para que picara a Orión el Cazador, quien murió envenenado, sufriendo la pena máxima debido a que excedió los límites de matanza.
Estos sucesos fueron la semilla de todos los incidentes posteriores entre géneros en la especie humana.

John Lash
Trad. Andres Salone

domingo, 10 de abril de 2016

La Promesa de un Planeta Solitario II



La cosmogénesis gaiana y el origen de la vida extraterrestre de
acuerdo con las enseñanzas gnósticas
Uno: Nacimiento de la estrella y simulación
Dos: La pasión de Sofía
Tres: La Shishta
Cosmología indígena con el Sol, el Águila Sofiánica y la Tierra Yónica. Cuadro Huichol de arte en hilo. De Plantas de los Dioses, de Richard Evans Schultes y Albert Hofmann.


Dos: La pasión de Sofía


Una cosa que yo diría sobre la cosmología gnóstica– puede que este comentario sea útil para los que luchan con la densidad y dificultad de ésta– es que mientras más extraña se torna, más sentido adquiere. Tal ha sido, al menos, mi experiencia de alrededor de 30 años de profundizar en estos materiales recónditos. El gnosticismo ha sido llamado la teología de la ciencia ficción, y no puedo pensar en una caracterización más acertada.
Pero ¿y si los elementos de ciencia ficción en el gnosticismo se convirtieran en "ficción verdadera"– una realidad con un disfraz fantástico? Bueno, supongo que se podría decir que todo lo que estoy haciendo en este sitio para recuperar las enseñanzas originales del misterio de los gnósticos es preparar a la gente para esa eventualidad. Podría ser la revelación más liberadora de nuestro tiempo, la ruptura de la dependencia de la fe y la fantasía hacia la prueba viviente de la iluminación.
    "Deja que tu mente esté despierta". El Apocalipsis de Pablo.
    "Y así recibes el fortalecimiento divino, pero a menos que lo recibas a través del conocimiento, no serás capaz de encontrarlo en lo más mínimo". El Apocalipsis de Pedro.
    "Puesto que el universo se compone realmente de información, entonces se puede decir que la información nos salvará. Esta es la gnosis salvadora que los gnósticos enseñaban. No hay otro camino para la salvación". Philip K. Dick. Valis , p. 236. Entrada 44 de "La exégesis".
La "Virgen Sophia" representada como la sabiduría que impregna el mundo material, por lo tanto, una representación cabalística de la Sophia Caída. Geheime Figuren des Rosenkreuzer, 1785. Tales esquemas pueden derivar del contacto visionario con Gaia, pero es improbable que el escrutinio de ellos nos conduzca a la misma.


Un Planeta Vivo
El stereoma no está vivo como nosotros, pero está animado de una manera peculiar que puede compararse con la animación por ordenador. La zona de realidad virtual de los Arcontes es un invento de la química inorgánica que ellos habitan y mantienen funcionando, como custodios que viven en la estructura que mantienen. Los Arcontes pueden ser imaginados como cyborgs trabajadores, drones extraterrestres a cargo de la "mecánica celeste" del sistema solar.
Es decir, el sistema solar excluyendo a la Tierra.
Después de haber visto cómo los Arcontes convierten el disco proto-planetario en un sistema planetario en toda regla por la imitación de los diseños del Pléroma, es hora de mirar lo que el Eón Sophia está haciendo mientras todo esto sucede. Como ya he explicado en otras partes del sitioi, en los insignificantes materiales coptos que sobreviven no se encuentran relatos gnósticos que informen cómo Sophia se transformó en la Tierra, pero se pueden encontrar en las paráfrasis de los Padres de la Iglesia, como Ireneo:
    Y cuando Ella no pudo pasar por el límite Plerómico (Horos) y volver al lugar del que había caído debido a su pasión salvaje y sin igual (enthymesis), Sophia fue dejada aislada, afuera. Ahora Ella se resignó a sufrir toda clase de múltiples y variadas pasiones a las que quedó sujeta; y, por tanto, por una parte, sufrió el dolor por no haber alcanzado el objeto de su deseo [el sistema-mundo triple de su Sueño original. JLL], y por otro lado, sufrió el temor de que la vida misma le fallaría, ya que la luz primordial ya lo había hecho, haciéndose más opaca; y todo el tiempo Ella estaba en gran perplejidad…
    El conjunto de sus pasiones fue la sustancia de la que se formó la materia de este mundo. A partir de su deseo de volver a la vida infinita del Pléroma, deriva su origen toda criatura con alma que pertenece a este mundo, e incluso al mundo del Demiurgo [Señor Arconte]. Todas las demás cosas deben su ser a su terror y su tristeza. De sus lágrimas se formó todo aquello que pertence a los reinos líquidos; de su sonrisa, todo lo luminoso; de su dolor y perplejidad, todos los elementos corporales de este mundo. (Ireneo, Contra las Herejías, Libro Primero, IV 1-3. La cursiva es mía).
En un desarrollo paralelo, pero independiente, de la simulación arcóntica que produce el sistema planetario, surge la encarnación planetaria de la Diosa. El Eón Sophia es un ser vivo, una corriente auto-consciente de resplandor de alta porosidad, sin masa, la Luz Orgánica que adquiere masa y convoluciona sobre sí misma, girando en una bola fetal. A medida que el Sol hace girar materia elemental en el plano de bandas rotantes del disco proto-planetario, Sophia forma un centro independiente, un nodo de vida orgánica en oposición a las conchas planetarias inorgánicas. Así es como "la tierra se ha consolidado a través de Sophia". (En el origen del mundo, 103: 1).
La paráfrasis de Ireneo contiene algunas pistas sobre cómo los videntes gnósticos (a quienes podemos reconocer ahora como científicos auténticos por derecho propio) podrían haber percibido la diferencia entre la materia orgánica e inorgánica: ellos distinguían "sustancia animal" de "materia" como tal (Contra las Herejías I, 5). Curiosamente la primera, la materia orgánica, se dice que es la mano derecha, y la segunda la mano izquierda. En quiralidad, la propiedad de la lateralidad, los gnósticos parecen haber detectado abiogénesis: la organización de la vida orgánica sobre una base inorgánica. Este es uno de los grandes misterios no resueltos de la ciencia natural. La distinción gnóstica recuerda la visión de Louis Pasteur, quien creia que la quiralidad, vista por ejemplo en el giro a la izquierda de la hélice del ADN, esconde el secreto último de la vida.
Como un ingenio anónimo observó, "el hidrógeno es un vapor inorgánico invisible e inodoro, que se convierte poco a poco en la gente".
¿Cómo, entonces, puede surgir lo orgánico de lo inorgánico? En el sistema de nuestro mundo, debido a la anomalía introducida por la generación de los Arcontes, todas las formas orgánicas, desde los gusanos planos a los cuerpos humanos, se asienta sobre una base inorgánica, o al menos eso parece. Los elementos químicos presentes en la formación del sistema solar son todos inorgánicos– hidrógeno, nitrógeno, helio, carbono, hierro, etc.– sin embargo, producen y mantienen una amplia gama de formas de vida orgánicas. En la ciencia gnóstica, esto se explica por el hecho de que un planeta vivo, la Tierra, es capturado en un campo inorgánico y por tanto está sujeto, en cierta medida, a las leyes de esos campos. El stereoma es como un andamio, pero no meramente pasivo. El marco planetario extraterrestre no se limita a envolver a la Tierra en una red inorgánica, sino que se mezcla con la física terrestre. El planeta vivo es como el componente de yema-albúmina de un huevo, y el sistema planetario es como la cáscara, compuesto de calcio. La química total del huevo es un proceso, a pesar de que la cáscara y las entrañas tienen su propia química. Lo mismo sucede con la abiogénesis en el sistema planetario en el que se asienta la Tierra.
Esta analogía es particularmente apta. Recordemos que los huevos son de forma ovalada, no esférica. Del mismo modo, el sistema planetario completo que emerge de la metamorfosis de Sophia en el marco del stereoma arcóntico es una estructura oval, que tiene dos focos o nodos: el Sol y la Tierra. El disco proto-planetario con un planeta vivo incorporado es un plano oval o en forma de huevo, en lugar de un disco circular. Alrededor del nodo Sol los planetas son formados a partir de una mezcla de componentes inorgánicos. Alrededor del nodo Tierra se adhieren los rudimentos de una esfera sólida con una atmósfera única. El mito gnóstico describe claramente cómo los elementos de la biosfera se forman desde la vida sintiente del Eón Sophia, independiente del stereoma arcóntico. Puede que no sea sólo "por casualidad" (¡y qué suerte para nosotros!) que la Tierra esté posicionada ni demasiado cerca del Sol, ni demasiado lejos.
Si gnósticos estaban en lo correcto, los astrofísicos en el futuro pueden llegar a considerar que el disco protoplanetario fue oval en lugar de circular. No sería una gran sorpresa, en realidad, ya que las órbitas en las que los planetas finalmente se establecieron se sabe que son óvalos, no círculos perfectos. La Tierra no gira alrededor del Sol en un círculo perfecto, sino en una elipse. Este fue el descubrimiento trascendental de Johannes Kepler– ¿o era sólo su recuperación de lo que sabían los astrónomos egipcios (es decir, los videntes gnósticos del Nilo), como el propio Kepler insistió?

La conversión del Sol
Un mundo orgánico capturado en un sistema planetario inorgánico: esta es la forma en que los gnósticos vieron la Tierra. Como era de esperar, entonces, el Sol, la estrella central del sistema planetario, tiene un papel excepcional para jugar en el escenario de Sophia Caída. Recordemos que un sol-estrella y una luna-satélite figuraban en la tres veces triple ennoia, el Sueño original de Sophia de un mundo fuera del Pléroma. Así es como Ella preconcibió un hábitat especial para la humanidad y miles de especies. En el Sueño Eónico, la estrella madre es simbiótica con la Tierra y su satélite, la Luna. Lo que el Eón proyectó lo experimentamos en la Tierra como un hecho.
Normalmente, no nos sentimos integrados en un sistema planetario, sino en un cosmos de tres cuerpos. El Sol y la Luna están constantemente presentes, tangibles y visibles. Ellos marcan los ritmos de la vida, impactándonos en muchas maneras, hasta en el nivel celular. Los planetas no se puede decir que hacen lo mismo, porque ellos no están inmanente e íntimamente activos en todos los procesos de la vida, incluso en nuestros hábitos de vida consciente, como lo están el Sol y la Luna.


(Esquema del cosmos de tres cuerpos, representado en un libro alquímico. Michael Maier, Septimania Philosophica, 1616).


En El Apócrifo de Juan, el Sol es llamado por un nombre de las Escuelas de Misterios: Sabaoth. Los tratados cosmológicos gnósticos describen cómo, a principios de la evolución del sistema solar, el Sol se alinea de una manera especial con la Tierra emergente. En el lenguaje del mito, este evento se llama la conversión de Sabaoth. Esto ocurre en una interacción de tres vías entre el Eón Sophia, Yaldabaoth, y Sabaoth. Como ya hemos visto, Yaldabaoth declara ser el único creador-dios, señor de todo lo que contempla. Al ver su imagen en la luz del Sol recién nacido, él mismo declara el poder soberano en el cosmos. "Después de la fundación del mundo planetario, Salkas dijo a sus ángeles, yo soy un dios celoso, y fuera de mí nada ha de llegar a ser" (El Evangelio de los Egipcios, 58, 25-30). "Él llegó a tener autoridad sobre la materia, y Sophia se retiró en su propia luz interior" (En el origen del mundo, 8).
Pero otros testigos y participantes en estos eventos cósmicos ven las cosas de manera diferente, en especial Sabaoth, la estrella madre emergente. Un texto cosmológico, Sobre el Origen del Mundo, trata este evento más ampliamente que cualquier otro.
    Cuando el Eón Sophia vio la impiedad del Señor Arconte se llenó de ira. Permaneciendo invisible para él, dijo, "Estás equivocado, Samael (es decir, dios ciego), porque hay un Niño de Luz inmortal que ha nacido antes que tú, y que aparecerá entre tus formas modeladas (plasmata), y él te va a pisotear con desprecio, al igual que la arcilla del alfarero es tirada con fuerza. Y tú descenderás a tu origen, el Abismo, junto con tus legiones. Por la consumación de tus obras, todo el defecto que se ha manifestado desde el verdadero origen del cosmos será abolido, y el cosmos dejará de ser tal como es, y será como nunca lo fue". Al decir esto Sophia reveló su imagen en las aguas cósmicas, y luego se retiró a su luz interior. Ahora, cuando Sabaoth, hijo de Yaldabaoth, oyó la voz del Eón Sophia, cantó alabanzas a ella y condenó a su padre putativo [el jefe Arconte] ... Él elogió a Sofía porque ella le informó del Niño de Luz ( "el hombre inmortal ") y su poder radiante. A continuación, el Eón Sophia extendió su dedo y virtió sobre Sabaoth algo de su propio poder radiante, para la condena de Yaldabaoth. Cuando Sabaoth se iluminó de esta manera, él recibió una gran autoridad en contra de todos los Arcontes, las fuerzas del caos. Desde ese día se le ha llamado "Señor de las fuerzas vitales". (Orig Mundo 25-27, con paráfrasis).
Esta cosmología mítica afirma que el Sol, presumiblemente un dinamo masivo de química inorgánica, está con la Tierra y contra el sistema planetario - pero esto es precisamente la realidad de la física terrestre, ¿verdad? Masivo como lo es, el Sol está alimentando la vida en la Tierra como una verdadera estrella madre. Proporciona prana, fuerza vital, en una corriente constante delicadamente filtrada por la atmósfera terrestre, de modo que los elementos letales en la luz del Sol se eliminan. James Lovelock tuvo una pista inicial para la Hipótesis de Gaia por la observación de que la Tierra ha seguido siendo habitable, y ha mantenido una temperatura constante, durante millones de años cuando la temperatura solar fluctuaba con mucha fuerza. El mito nos dice que las propiedades de soporte vital de la radiación solar fueron invertidas en el Sol por el Eón Sophia, "la que derramó sobre Sabaoth algo de su propio poder radiante". Esto es, por supuesto, otra idea extravagante, típica de la fabricación gnóstica de mitos. Pero, ¿podría en algún sentido ser verdad físicamente?
Bueno, si los científicos finalmente llegan a reconocer la naturaleza de los aumentos repentinos plasmáticos del núcleo galáctico, ya que parecen a punto de hacerlo, podría ser teóricamente concebible que una corriente tal, comprometida frontalmente con un sol emergente, podría alterar la química de la órbita solar naciente. Continuamente están naciendo estrellas en las regiones nebulosas de las extremidades galácticas, pero no todas ellas están frontalmente afectadas por una explosión plásmatica pura. Este parece ser el evento cósmico único que se describe en la conversión de Sabaoth.





Perla Lunar
La emanación original del Eón Sophia, protennoia trimorfa o "intento en tres formas", es producir un sistema de tres cuerpos, el modelo más simple y elegante de la evolución planetaria: estrella-planeta-satélite. Debido al dominio planetario de los Arcontes, habiéndose formado a partir de los efectos imprevistos del impacto cósmico, el mundo de los tres cuerpos se captura en un sistema de siete cuerpos, que consiste en Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, además de Sol y la Luna. Estos siete cuerpos se denominan colectivamente la Héptada.
En la Héptada, solamente los primeros cinco cuerpos pertenecen exclusivamente al ámbito arcóntico. Debido a la "conversión de Sabaoth", la física del Sol está integrada estrechamente con la biosfera terrestre. Por lo tanto, el Sol, la Luna y la Tierra reflejan, aunque de una manera comprometida, el intento de tres formas del Eón Sophia, el foco autopoiético puro de esa corriente, por así decirlo. El Sol y la Luna siguen dominados por la química inorgánica, sin embargo están íntimamente integrados en la química orgánica de la biosfera. La luna emerge durante el mismo período en que "la tierra se ha consolidado a través de Sophia" (como acabamos de citar), y actúa como un contrapeso a la Héptada. Con su redondez perlada, la Luna representa el final condensado del "disparo" original de plasma cósmico desde el núcleo galáctico. Imagínense una burbuja fundida plasma plerómico de tipo espumoso, condensado y osificado, absorbiendo elementos inorgánicos que de otro modo habrían penetrado en la biosfera y la habrían cargado hacia abajo muy pesadamente.
En otras palabras, la Luna se formó más bien como la perla en una ostra. Un grano de arena irrita la ostra, la que entonces segrega un líquido lechoso que se endurece en una perla. En la extraña perspectiva de la ciencia gnóstica, la Luna no fue expulsada físicamente de la Tierra, como afirma la teoría actual, ciertamente precaria, sobre la formación lunar. En su lugar, la Luna fue destilada desde la biosfera por un acto de secreción, una descarga lenta de elementos inorgánicos. Tiene sentido, entonces, que la Luna y sus ciclos permanezcan íntimamente vinculados ( "estructuralmente acoplados" en la jerga de la teoría de sistemas) con todas las formas de vida en la Tierra. El material de la masa lunar fue extraído de la masa de la Tierra, pero la forma, los patrones de vida del nodo lunar del mundo de los tres cuerpos, fueron retenidos. Esto es consistente con la retención de Sophia de su ennoia original, el Sueño patrón de un cosmos de tres cuerpos: estrella-planeta-satélite, Sol, Tierra, Luna.


Observando los planetas
Todos participamos orgánicamente en la dinámica del cosmos de tres cuerpos, pero se necesita un acto deliberado de atención sólo para reconocer el cosmos planetario. La mayoría de la gente no puede decir planetas a las estrellas, y una vez que se ha señalado, todavía tiene un entrenamiento considerable apreciarlo plenamente. Durante los muchos años que conduje tours de observación celeste en Santa Fe, Nuevo México, tuve que repetir los hechos elementales del movimiento planetario una y otra vez. Después de haber señalado un planeta en el cielo, y describir su posición con respecto a las constelaciones de fondo, tuve que explicar cuidadosamente cómo la posición del planeta podría cambiar en el transcurso de un mes, un año, diez años. Afortunadamente, las clases que guié tuvieron la oportunidad de observar los planetas durante meses y bajo el cielo cristalino en la cordillera Sangre de Cristo, el extremo más meridional de la Cadena de Montañas Rocosas.
Pero incluso la observación repetida no es suficiente cuando se trata de entender el reino planetario más allá del cosmos de tres cuerpos que habitamos. Es necesario combinar la observación directa con un proceso bastante complejo de visualización, para que, según los cuerpos planetarios son percibidos, sus ciclos sean concebidos de forma simultánea. En las clases que di en Santa Fe, pasamos regularmente una buena parte de nuestro tiempo mirando los diagramas de movimiento planetario, como el ciclo retrógrado de Marte, por ejemplo. Para un ejercicio grupal– casi se podría decir, una meditación grupal– propuse calcular cuidadosamente los momentos clave en este ciclo, y prestar atención consciente para esos momentos a medida que se presentaban, para ver si podíamos detectar patrones correspondientes en los acontecimientos de nuestras vidas, o "corrientes" psicológicas que podrían estar asociadas (no causalmente, sino a través de paralelismos simbólicos) con los ritmos de los planetas. Fue un experimento audaz, a veces revelador, y de ninguna manera fácil de lograr. Tomó un entrenamiento considerable para que los participantes fueran capaces de seguir los movimientos de un planeta durante varios meses. Sin diagramas constantemente a la mano (generalmente pegados en la nevera), no hubieran sido capaces de seguir el ritmo del ejercicio.
El aprendizaje del sistema planetario involucra considerables dificultades prácticas. Tanto las observaciones de ciclo largo como las de ciclo corto son problemáticas en sus propios caminos. De los dos planetas más rápidos, Mercurio y Venus, el primero está demasiado cerca del Sol para ser visto con frecuencia o fácilmente. Venus es una vista espectacular, y sus ciclos, incluidos los desplazamientos retrógrados que le traen más cerca de la tierra, son, con mucho, los más fáciles de seguir. Pero las ventajas de ciclo corto de visualización de Venus no permiten una buena observación de cómo se mueve en relación al fondo estable de las constelaciones. Para ello se necesita realizar un seguimiento de los planetas de ciclo largo, Júpiter y Saturno, cuya caminata lenta a través de las constelaciones se puede observar con meticuloso detalle. Sin embargo, la visión de ciclo largo requiere la regularidad de mes a mes en sesiones de observación de cielo, por no hablar de las condiciones atmosféricas adecuadas. Marte presenta la mejor combinación de ventajas de ciclo corto (movimiento rápido y fácilmente detectable) y de ciclo largo (seguimiento del paso del planeta a través de las constelaciones).
Soy consciente de que puede parecer arbitrario, si no puramente artificial, distinguir el sistema Tierra-Luna-Sol del sistema planetario en la forma en que lo estoy proponiendo. Esta es una de esas nociones extrañas que salen de las enseñanzas gnósticas, o lo que queda de ellas. Pero como ya he señalado, mientras más extraño es lo que obtenemos del gnosticismo, más sentido nos hace. A partir de años de enseñar a la gente a observar el cielo, estoy convencido de que ponerse en sincronía con los planetas es, y sólo puede ser, una experiencia forzada. No importa qué tan cómodo llegues a estar con la observación de planetas, esta sigue siendo un acto altamente orquestado. En comparación con la facilidad semiconsciente con la que nos sincronizamos con los ciclos del Sol (es decir, las estaciones del año) y la Luna (intervalos de semanas y meses), participar en el sistema planetario es difícil y arduo. Y más allá del cálculo y el seguimiento de los planetas, la experiencia de contacto empático con estos orbes lejanos es difícil de reunir.


Hábitos fatales
La palabra planeta significa "errante", o en un sentido literal, "desviado". Se deriva de la palabra griega plané , "error, desviación, que va por mal camino". Plané es uno de una media docena de términos clave en los textos gnósticos. Siempre se utiliza para describir la acción de los Arcontes: "Y dirigieron a la gente que los habían seguido en las grandes dificultades, llevándolos por el mal camino mediante muchos engaños". ( Ap Juan II, 29, 30 - 30, 10). Plané es "llevar por mal camino," o "engañar", aunque la palabra griega apate se utiliza en un sentido más específico de este último (un matiz gnóstico: llevar por mal camino se diferencia de engaño en que el primero se produce cuando las tendencias naturales o innatas están mal dirigidas o exageradas, mientras que con el segundo se debe aplicar un elemento o táctica de engaño específica a esas tendencias innatas, y como tal viene desde afuera). El equivalente copto a Plané es Sorem, pero este término se utiliza muy poco. Al parecer, se prefirió el griego porque asocia directamente error, Arcontes, y reino planetario.
Los gnósticos usaron otra palabra griega, heirmarmene, para el rígido sistema de control asociado con las regiones planetarias. Ellos enseñaron que tal control, que aparece con la regularidad de un reloj en la “mecánica celeste", era hostil a la vida humana y contrario a las pulsaciones de vida del cosmos de tres cuerpos. Los eruditos traducen heirmarmene como "la regla del destino", y ellos definen la visión gnóstica de las esferas planetarias como "determinismo astral". Tanta confusión y mala interpretación rodean este tema que es difícil conseguir una solución clara de cómo los gnósticos realmente entendían "la regla del destino". También en este caso es un ejemplo de cómo los estudiosos gnósticos podían mejorar la comprensión de su objeto buscando fuera de su propio campo.
Considere este breve pasaje de El Apócrifo de Juan:
    De ese destino (heirmarmene) que idearon los Arcontes, salió cada pecado, injusticia y blasfemia, y la cadena de olvido e ignorancia, y cada orden severa acompañada de graves pecados y grandes temores. Y así todo el mundo fue hecho ciego con el fin de que no podamos conocer a Aquel que está más allá de todo esto ... Y debido a esta cadena de olvido aquellos que están inmersos no ven sus propios errores, porque ellos están ligados con las medidas de los tiempos y los momentos, ya que el destino tiene dominio sobre todo lo que es así medido (II, 28, 21 -35. La cursiva es mía).
Sin entrar en un largo comentario aquí, quisiera señalar un punto. "La cadena de olvido e ignorancia", recuerda inmediatamente “la cadena de la originación interdependiente", un concepto central en las enseñanzas budistas sobre el karma. La cadena se compone de doce enlaces (nidanas), el primero de los cuales es la ignorancia (Avidya). Las enseñanzas budistas afirman que cuando nos enredamos en la reacción en cadena kármica basada en la ignorancia, nos olvidamos de nosotros mismos y nos volvemos ciegos a la Realidad, es decir, la conciencia pura llamada Rigpa en tibetano. Parece casi evidente (al menos para mí) que este pasaje es una paráfrasis de la enseñanza budista del karma. Por lo tanto, el "determinismo astral" de los gnósticos era muy probablemente una versión de la teoría del karma asiático.
Los gnósticos, sin duda, enseñaron sobre el karma, y parece que han enmarcado sus ideas al respecto en una metáfora celeste que incluía a los Arcontes como “conductores” psicológicos, que nos esclavizan a patrones de comportamiento habituales e insatisfactorios. El budismo tibetano también utiliza una elaborada metáfora para el enredo del karma: la "rueda de la vida", compuesta por los Tres Venenos, los Seis Reinos, y los Doce Nidanas. Este modelo se puede correlacionar punto por punto al paradigma astrológico de los signos y los planetas. En mi opinión, la heirmarmene gnóstica y la rueda tibetana de la vida son dos versiones de la misma enseñanza en el determinismo kármico. Para los gnósticos el reino arcóntico de los planetas era un reflejo cósmico de las fuerzas del hábito que impulsan a los seres humanos a un comportamiento ciego e insatisfactorio. El sistema del error fatal se refuerza, y esa es la regla del destino, la tiranía de los Arcontes.
En el budismo escapamos de la rueda del karma, despertando a la naturaleza de la mente o Naturaleza de Buda, pero la Gnosis propone un camino diferente. En la espiritualidad basada en la Diosa, trascendemos nuestra servidumbre del comportamiento fluyendo extáticamente en el gran continuo de la vida y conectándonos al cuerpo planetario de Gaia.





Contemplación sensual
Si las pasiones de Sofía se han congelado y transformado en los elementos de la biosfera, como enseñaban los gnósticos, entonces la empatía que nosotros como seres humanos podemos sentir con la naturaleza debe ser resonante con lo que Ella siente. Sentir genuinamente la naturaleza es reconocer que Ella siente a su vez de vuelta, y cómo lo hace. Podríamos acuñar un término aquí: “feelbackii, la dimensión emotiva de la realimentación. Y, en efecto, la feelback de Gaia hacia nosotros nos da de comer, nos nutre. Nos mantiene vivos cada momento de nuestras vidas– y quién sabe, puede ser que los magníficos zarcillos de Su amor nos enlacen a este planeta, en primer lugar, y luego se retiren otra vez.
En el Tantra Hindú el poder de la serpiente comprimido en el cuerpo humano se llama Kundalini, literalmente, "pequeña Kunda". La gran Kunda es el masivo poder telúrico enrollado de la Diosa. En las hilarantes hazañas de Castañeda y su "partido de brujos", a esta fuerza se le llama "la volteadora". La he visto suelta a lo largo de los flancos de la Sierra de Libar en Andalucía, provocando un retorcimiento en una vasta extensión de la cadena montañosa. El sensual abandono de la corriente del dragón expresa la dicha de la Tierra a medida que danza desnuda en el espacio. El brujo toma esta corriente en el resplandor de sus ojos.
Es difícil ver esas cosas y vivir, pero es mucho peor vivir sin haberlas visto.
En otras partes de este sitio, he propuesto el término biomisticismo para la práctica de la comunión amorosa con Gaia. El término podría ser objetable a la vista de la inclinación Reichianaiii que me gusta dar a todos los asuntos relativos a la comunión con la Diosa. Con agudeza gnóstica, Reich detectó en el misticismo un desplazamiento de fuerzas biológicas y afectivas en un más allá desencarnado. El biomisticismo es lo contrario: la reivindicación del conocimiento basado en el sentir de nuestros cuerpos, el dulce y fuerte oleaje somático que sube desde las plantas de los pies y se agita en una bola caliente en el plexo solar, como si el abdomen fuera un panal de miel disfrutando del Sol. Vivimos porque estamos conectados permanentemente en esta deliciosa corriente, la Volteadora, Mahakundala, y no porque simplemente se nos dio una cantidad finita de fuerza vital que se nos acaba gradualmente. Si supiéramos cómo recibir la fuerza de la tierra en agradecimiento y reverencia, de manera consciente e intencionada, en cada momento, no tendríamos que morir como lo hacemos sino que podríamos mudar nuestra piel como las serpientes, como lo hicieron los antiguos iniciados. La feelback de Gaia nos hace mórficamenteiv inmortales.
Incluso cuando tratamos de huir de la dicha natural, somos tirados de vuelta a ella. Se podría argumentar que incluso los místicos cristianos, que rayan en la incorporeidad en su innatural deseo de llegar al más allá y ver el rostro de Dios, son engañados por Eros y así vuelven a caer en los brazos de la Diosa. El éxtasis de Santa Teresa de Ávila a menudo ha sido comparado con el éxtasis orgásmico.Teresa era una dama ardiente, pero por más vívidamente erótico que seas, no puedes conseguir más que Hildegarde de Bingen, que convirtió su visión de lo Divino en música y pinturas. Una imagen en particular, presenta evidencia gráfica de la dicha asociada a la feelback masiva. (De Scivias, en el Rupertsberg Codex, siglo 12).
"Entonces vi un objeto enorme, redondo y sombrío. Como un huevo, era puntiagudo en la parte superior... Su capa circundante era fuego brillante (Empyreum). Por debajo de este yacía una piel oscura. En el fuego brillante se cernía una bola de fuego rojiza y destellante..." (Citado en Alexander Roob, Alquimia & Mística, p. 120).
Sería difícil imaginar una imagen más vívida y perfectamente detallada de los genitales femeninos, que se completa con un borde adornado con láminas. Todo es revelado: el clítoris estrellado, los labios bermellón, interior y exterior, el orificio de la uretra discretamente representado como una luna creciente, el túnel de la vagina surcada de ruggiav (para una sujeción resbaladiza), la abertura de la matriz, la raíz del cuello del útero, una provisión de óvulos a la espera de ser fertilizados. Esto es biomisticismo en acción, la evidencia de que la mayor revelación de Dios se confunde con el milagro de nuestras funciones naturales.
Y hay más, porque "la visión del cosmos" de Hildegarde (Roob) es también una manifestación ordenada del mundo de tres cuerpos, el Sueño original de Sophia. El huevo y el óvalo establecieron la composición global. El Sol, la Luna y la Tierra están muy bien alineados en un eje vertical. Esto es todo lo que hay, todo lo que tiene que haber. La simbolización sagrada del vientre de Gaia se estampa anatómicamente en el cuerpo de todas las mujeres de la especie humana, y a través de esa puerta todos llegamos a la vida y emergemos en el vientre mayor, la biosfera. Es todo lo que hay en la visión de Hildegarde, incluyendo incluso el esbozo subliminal de un demonio de tres cabezas, ¿las tres cámaras del cerebro, altoparlante del ego humano?
Yo ahora sé mucho acerca de la vida de Hildegarde de Bingen, que vivió desde 1098 hasta 1179, pero sospecho que no era fabulosa en términos sensuales, al menos no en cuanto a sensualidad abierta y experiencia sexual se refiere. Simplemente no podría haber sido así. La pequeña Hilda era una niña enferma "dada al servicio de la Iglesia" por sus devotos padres, y vivía constantemente en la atmósfera terrible y represiva del convento. Mucho antes de la adolescencia, Hildegarde tenía visiones que se atrevió a relatar a quienes le rodeaban. Algo se agitó en su interior y produjo una enorme efusión de imágenes e inspiración musical. Otros escribieron sus palabras y visiones por ella. Estas interpretaciones fueron "intercaladas con saludables advertencias para vivir en el temor del Señor (Enciclopedia Católica)”. Por supuesto que lo eran.
Entre las obras dejadas a la posteridad por Hildegarde de Bingen hay cientos de cartas, cincuenta homilías alegóricas, una lista de novecientas palabras en un idioma desconocido, setenta himnos con melodías, un manual de nueve libros sobre plantas, árboles, piedras, peces, aves, reptiles y metales, un tratado médico, y, por supuesto, el Scivias, los registros de sus visiones. Uno de sus libros poéticos es la "Liber divinorum operum", una "contemplación de toda la naturaleza, a la luz de la fe. El sol, la Luna y las estrellas, los planetas, los vientos, los animales y el hombre, son en sus visiones la expresión de algo sobrenatural y espiritual, y como vienen de Dios deberían retornar a Él”. Vaya, gracias, autores de la Enciclopedia Católica en línea. Esto es justo lo que he estado tratando de decir. Casi.

Amando a Gaia
La imaginería yónica de Hildegarde de Bingen y los contornos exquisitos del Coco De Mer se muestran en Metahistory.org porque coinciden con el mensaje del sitio. Si es verdad que hoy alrededor del 60 por ciento de todo el tráfico en Internet es pornográfico, los ganosos internautas ahora pueden entretenerse con cosas reales.
La contemplación sensual de la Tierra produce el efecto de feelback, y esto a su vez fomenta lo que Inga Muscio llama exageradamente "actitud de un cuntlovin'vi. En la introducción a su libro, Cunt: A Declaration of Independence, el ecologista profundo Derrick Jensen escribió:
    Vivir simplemente en lo sensual mientras el mundo se quema no es lo suficientemente bueno. Tampoco lo es simplemente lamentar las pérdidas internas y externas. Ambas cosas son necesarias, pero no suficientes .... Si estás enamorado, con tu vida, con tu cuerpo, con tu amante, con el árbol junto a tu puerta, con el mundo que da origen a todos ellos, el hecho de que todos estamos muy, pero muy jodidos importa un comino para tus acciones: si estás enamorado, actúas para proteger a quien amas.
    Si hemos de sobrevivir, debemos reclamar nuestro planeta de aquellas corporaciones y de aquellas personas que lo están destruyendo. Pero incluso antes de esto, debemos reclamar nuestros propios cuerpos y nuestros corazones desde ese mismo entendimiento.
La ternura es la esencia de la actitud cuntlovin', y en cuanto aprendemos a través del éxtasis, a través de la entrega y la contemplación sensorial, podemos llegar a darnos cuenta de que hay una fuerza suprema inherente a la ternura, un poder de sanación sublime que viene a través de nuestra conexión con Gaia-Sophia. No morimos hoy, no sólo porque no dejamos de vivir, sino porque somos perpetuamente curados en la vida. La inundación es constante, y en la feelback se hace consciente. Ama eso y ve qué resulta.
Donde sea que la religión afecte a nuestras vidas, siempre se habla mucho sobre el amor. Personalmente, detesto esto. Especialmente cuando la conversación sobre el amor nos dice que "el amor de Dios" está funcionando en nuestras vidas. Dios te ama. Jesús te ama. Y quieren que nos amemos unos a otros. Si hay algo bueno en este tipo de conversación, es con mucho sobrepasado por el uso de este lenguaje como pretexto para esconder una multitud de males y transgresiones contra el cuerpo y la mente por igual. Hablar de amor es el papel favorito del depredador. Yo digo que practiquemos la bondad y dejemos de hablar de amor, que cerremos la puta boca, a menos que haya algo divertido o atractivo que decir, o que haya secretos de amor que contar.
Sólo pensemos en Hildegarde. Incluso con la maldición de la religión en su alma, ella entró en feelback masiva. Eróticamente en desventaja por su tiempo y su entorno, se convirtió en lo que muchas de su género podrían aspirar a ser: no una Virgen o incluso la propia Virgen, sino una auténtica mujer mística, con su anatomía íntima llena de estrellas.
En alguna parte he dicho que el amor de Gaia es la cumbre del destino humano. Este es uno de mis secretos de amor. Aprender de los gnósticos acerca de las pasiones de Sophia es a la vez un alto desafío y una experiencia de humildad. Un reto porque el mito involucra nuestra capacidad de atención e imaginación a un nivel de genio. Nadie que no ame aprender evoluciona en esta historia. Y es aleccionador porque nos prepara para la feelback, como y cuando quiera que venga. A medida que nos aventuramos en el mito, desplazándonos más profundamente en el conocimiento del cuerpo, nos volvemos biomísticamente dotados y eróticamente munificentesvii, generosos como los propios dioses. Si la generosidad es el rasgo distintivo de la Divinidad, más que el amor, bueno, eso no puede ser un mal acuerdo, ¿verdad?
En cuanto a amar a Gaia y ser amado por Ella, este es el camino supremo del descubrimiento humano. Conduce más allá del miedo y la esperanza, la promesa y la pretensión, supera todas las reclamaciones y todas las especulaciones sobre lo Divino, pone a la religión en vergüenza. La llamada a este camino arde como un leve fuego en nuestras células.
JLL solsticio de invierno 2004 Andalucía
Traducción: A. Salone.

i   www.metahistory.org
ii  El autor hace una asociación con “feedback”, realimentación, en este caso una “realimentación emotiva”.
iii  En inglés reichian, propia de Reich.
iv  En inglés “morphically”, de morphic, término usado por Sheldrake en su hipótesis de los campos mórficos.
v   No hemos encontrado una traducción para este término.
vi  Cuntlovin', de cunt loving, o “amante del coño”.

vii Munificente: de generosidad espléndida (RAE).

jueves, 10 de marzo de 2016

La Promesa de un Planeta Solitario

Traducción: Andres Salone

La cosmogénesis gaiana y el origen de la vida extraterrestre de
acuerdo con las enseñanzas gnósticas
Uno: Nacimiento de la estrella y simulación
Dos: La pasión de Sofía
Tres: La Shishta
Cosmología indígena con el Sol, el Águila Sofiánica y la Tierra Yónica1. Cuadro Huichol de arte en hilo. De Plantas de los Dioses, de Richard Evans Schultes y Albert Hofmann.
UNO: Nacimiento de la estrella y simulación

Varios textos de la colección Nag Hammadi describen el origen cósmico de los Arcontes. La versión más completa está en el Apócrifo de Juan, encontrado en tres bocetos en la NHL2 y también en una fuente no NHL, el Códice de Berlín. En la edición académica en inglés de la NHL completa, las cuatro versiones están impresas en paralelo, dispuestas en dos columnas en páginas opuestas. La historia de cómo los Arcontes surgen en el orden cósmico, debido a la profunda caída de Sofía, y la forma en que se inmiscuyen en la humanidad no se cuenta con gran detalle, pero se cuenta de manera adecuada.


El Apócrifo de Juan también describe los objetivos y las tácticas de los Arcontes, su forma de actuar en relación con la humanidad. Una palabra clave para esta actividad podría ser la intrusión. En el lenguaje de la mitología comparada, esta situación constituye un escenario de intervención. Como los gnósticos los vieron, los Arcontes pertenecían al ámbito extraterrestre del sistema planetario, fuera de la Tierra, y así ellos eran intrusos en la biosfera. La amenaza de la intrusión arcóntica en el reino humano se expresa claramente en el mito del origen Sofiánico. Yaldabaoth, el jefe de las hordas arcónticas, "no obedeció al lugar de donde vino". (El Apócrifo de Juan, 12:10, citado en Alien Dreaming). Este problema es inherente a la historia fundacional de nuestra especie.


Tanto / como”
Nosotros también estamos, como los Arcontes, sujetos al mismo principio cósmico de la autorregulación. Si nosotros, como especie, "no obedecemos al lugar de donde vinimos", corremos el riesgo de perder nuestro lugar en el orden cósmico. Las enseñanzas gnósticas acerca de los Arcontes están muy bien concebidas, de modo que en ningún momento podemos culparlos de lo que hacemos. Sin embargo, los Arcontes sí existen independientemente de nosotros, y ejercen una influencia significativa en nuestro comportamiento y perspectivas. Ellos son tanto aspectos de nuestra mentalidad como entidades alienígenas independientes. El “tanto / como” tipifica la sutileza noética de la sabiduría gnóstica.
La historia del origen Sofiánico es una narración de los hechos, un guión cosmológico como tal, mientras que la interpretación de cómo los Arcontes afectan a la humanidad es un comentario, un enfoque diagnóstico de la historia y, en cierta medida, una extensión de la misma. A diferencia de la historia del origen, las creencias gnósticas acerca de la intrusión arcóntica no se encuentran en ningún texto en particular, y aun donde se encuentran, a menudo son confusas e incompletas. Sin embargo, las líneas principales de intrusión son lo suficientemente claras.
Metahistory.org contiene numerosos pasajes sobre el enigma ET / OVNI, tratados en la perspectiva de las enseñanzas gnósticas. EN cada caso comparo los Arcontes con los ETs contemporáneos, esas entidades "alienígenas" que parecen revolotear dentro y fuera de nuestro mundo, en particular los Grises y Reptilianos ampliamente asociados con avistamientos de ovnis, encuentros y secuestros. Hay, como todo el mundo sabe, una vasta mitología desarrollada acerca de estas entidades. Mi idea aquí es mostrar lo que es único en la historia gnóstica de los Arcontes y en el análisis de sus actividades.
En este ensayo me gustaría resumir el relato cosmológico, el mito del origen Sofiánico con énfasis en los Arcontes como formas de vida alienígenas. En un artículo complementario, “Cómo somos desviados” (How We Are Deviated), "perfilo" a los Arcontes más de cerca, con el objetivo de dilucidar sus motivos y sus tácticas, como se ha descrito en varios textos gnósticos.

Un Aborto cósmico
El evento central en la cosmología gnóstica se refiere el Eón Sophia, una divinidad en el Pleroma (astronómicamente hablando, el centro de nuestra galaxia, o cualquier galaxia). En el escenario de Sophia Caída, el Eón cae desde el centro cósmico y produce una perturbación masiva en los reinos de la materia elemental, las extremidades envolventes. Este evento mitológico puede ser visualizado de una manera consistente con la física cosmológica moderna: el aumento errático de un flujo de plasma desde el centro galáctico excita la materia elemental en las extremidades, produciendo una serie de formas de vida inorgánicas. Son llamados Arcontes (del griego archai, "anterior, desde el principio") porque surgen primero, antes que el sol y el sistema planetario en su conjunto.
Los Arcontes son criaturas humanoides de composición inorgánica, pero vivos y conscientes a su propia manera. Su primer hábitat es la región en la que el brazo galáctico se ha visto afectado por el "brote" de plasma desde el núcleo. (Los astrofísicos ahora suponen la existencia de tales brotes por la evidencia de túneles filiformes que se extienden desde el núcleo, o bulbo central, en la estructura del brazo). Esta agitación se produce en la región de Orión, la más conocida y fácilmente reconocible de todas las constelaciones estelares. Las entidades arcónticas así producidas son de dos tipos, neonatas (o embrionarias, semejantes al feto humano) y dracónicas (parecidas a los reptiles y los lagartos, pero aún humanoides). Las formas rudimentarias de estas entidades se pueden rastrear en patrones fractales de todo el conjunto de Mandelbrot (Ver Alien Dreaming).
Los gnósticos llamaron a este evento "la generación de los Arcontes", o "la generación del error", porque equiparaban a los Arcontes con la tendencia humana para el error, un tropo curioso que se explica más adelante en relación con la teoría del error, y en el perfil de la intrusión arcóntica en”Cómo somos desviados”. En una imagen extraña, la generación fractal del Arconte se compara con "un aborto sin ningún poder propio. Como una sombra que entró en funcionamiento en un vasta sustancia acuosa ... Y Sofía flotaba sobre la materia caótica, que había sido expulsada como un feto abortado".(Sobre el origen del mundo, 99: 5-10, 20-25)
El Mito de Gaia describe cómo el Eón Sofía es sorprendido por la generación espontánea de estas entidades, este suceso no estaba previsto en su "sueño" de un sistema de mundo más allá del Pleroma. Los Arcontes surgen del impacto de un campo de fuerza deífica que configura automáticamente el caos de los elementos primarios, la materia o dema, más bien en la forma en que un flujo sonoro configura arena fina sobre una superficie plana (las "formas Chaldni"), o un imán transforma limaduras de hierro en una graciosa escarapela. Esta dinámica de formación de patrones es la autopoiesis de los dioses, grandes corrientes de vida que surgen a través del Tiempo del Sueño.
Los Arcontes emergen por primera vez en la forma de un recién nacido, y luego en una mutación adicional ( "tail-dropping"3) produce el tipo dracónico. El Apócrifo de Juan describe cómo el Eón Sofía esconde al jefe Arconte en una nube luminosa, de manera que el Pleroma no ve el "aborto" que ella ha producido sin darse cuenta. Con esta imagen, la mitología apunta directamente a un evento descrito en la astrofísica moderna.


El nacimiento del Sol
En astrofísica moderna, el sol, la estrella central de nuestro sistema planetario, se dice que ha sido producido por una explosión en el interior de la nebulosa de Orión. En el área mitológicamente representada como la espada de Orión, o el "falo de Osiris," hay una densa nube molecular, una cuna de nacimiento de estrellas. El sol fue literalmente eyaculado desde esta región. La explosión estelar tiene dos efectos: propulsa al sol recién nacido en una trayectoria aguas arriba en el tercer brazo galáctico, y a medida que avanza, su movimiento giratorio actúa como una turbina, tirando de la materia elemental en un vórtice. El vórtice se aplana gradualmente en el "disco proto-planetario."
De acuerdo con el modelo actual de la evolución solar, este disco es imaginado como un inmenso anillo ancho y plano compuesto de materia elemental con el sol, rugiendo como un horno de fundición, colocado en su centro. Poco a poco los elementos primarios se separan, y el anillo se diferencia en bandas de partículas aglomeradas que se condensan en planetas individuales. Las condiciones de este proceso son tales que, por casualidad, la Tierra se desarrolla a partir de una banda de densidad situada en una posición única, ni demasiado lejos ni demasiado cerca del Sol. Esta ubicación ofrece las condiciones exactas necesarias para el desarrollo de la biosfera. Las condiciones necesarias para la vida orgánica no surgen en las otras bandas.
Tal es el relato de la cosmología moderna, pero el mito gnóstico de la evolución planetaria difiere en algunos puntos clave.
Los videntes gnósticos que observaban el cosmos en general vieron todos los eventos como parte del milagro en curso de la conciencia. Ellos se dieron cuenta que el poder que poseemos para ser conscientes del cosmos no es una propiedad subjetiva única de los seres humanos, sino que pertenece a la propia dinámica del universo. Por lo tanto, ellos consideraban que todo lo que sucede más allá de la Tierra es una expresión de la conciencia y la sensibilidad operando en dimensiones superiores. Para ellos, la explosión del sol en la nebulosa de Orión fue un acontecimiento presenciado y sentido por los poderes cósmicos, incluso por el Sol mismo. En su "reproducción visionaria" de ese evento, los gnósticos utilizaron lenguaje mitológico para describir la aparición de nuestro sistema planetario, como si se tratara de un proceso consciente, sentido y presenciado por entidades cósmicas, pero para los videntes que desarrollaron este mito, "como si" era "como es". Ellos no antropomorfizaron, proyectando falsamente cualidades humanas en un mundo no-humano, sino que intentaron describir las cualidades de sensibilidad y conciencia de sí del cosmos en general.
La gnosis es el conocimiento vivo de un universo vivo.
En el escenario gnóstico, la erupción del Sol en la nebulosa de Orión es un evento contemplado por el Eón Sofía y la legión de Arcontes que ella produjo debido al prematuro efecto colateral de su impacto. Al principio las entidades arcónticas son meramente formaciones de tipo ondulatorio en el despliegue de la materia densa elemental, el dema (caos de partículas atómicas y subatómicas). Ellos se forman inicialmente como filigrana plegada sobre un revestimiento de metales, pero cuando el sol entra en erupción en la nebulosa de Orión, ejerce un poderoso efecto de vórtice sobre ellos. El material de los Arcontes emergentes se organiza alrededor del vórtice solar, entonces aplanado en un gran plato giratorio que se diferencia en distintas bandas (aquí la descripción sigue la teoría actual).
Sin embargo, nada de esto sucede sin conciencia. El cosmos en formación es presenciado y sentido por los poderes que lo conforman. (¿Cuáles son los instrumentos para este acto de testimonio, los órganos para detectar en la escala cósmica? Yo diría que es un grupo de conchas resonantes, algo así como las estructuras de dimensiones superiores propuestas en la teoría de cuerdas). A medida que el disco protoplanetario se forma, los Arcontes son absorbidos en él. Son seres inorgánicos cuya composición física coincide con la química inorgánica de los planetas, aparte de la Tierra. A medida que se desarrolla el disco, el jefe Arconte, un tipo reptiliano llamado Salkas, Samael o Yaldabaoth, presencia su formación y erróneamente asume que él es el creador del sistema emergente. Es como si el jefe Arconte se viera reflejado en el disco solar emergente y luego toma ese sistema como su producto.
      Abriendo sus ojos, el jefe Arconte vio una gran cantidad de materia, sin límite, y él se volvió arrogante, diciendo, "Soy yo, que soy Dios, y no hay otro poder aparte de mí".
      La Hipóstasis de los Arcontes, 93:23.
Este es el error primordial de la mentalidad arcóntica: confundir el poder de atestiguar con el poder de crear lo atestiguado. Por lo tanto, la aparición de los Arcontes, un evento cosmológico, se identifica íntimamente con la "generación del error", un evento noético. El paralelismo cósmico-noético es una marca de la ciencia visionaria gnóstica, como he señalado en otra parte. Sin embargo, no es del todo singular a las enseñanzas gnósticas. También ocurre en el budismo. En La locura de Dios: Una Narrativa Cosmológica Budista (de próxima aparición en "Créalo o No"), considero un raro mito budista de la creación, que presenta una réplica exacta del escenario gnóstico del Señor Arconte, Yaldabaoth.

ET / Navegante Arconte

Orden simulado
Asumiendo la pose arrogante de una deidad solar, Yaldabaoth cree falsamente que él es el único dios en todo el cosmos. Por lo tanto, para los gnósticos, la identificación de Yaldabaoth con Jehová del Antiguo Testamento, una deidad que sufre de este gran complejo de egoísmo cósmico, es una conclusión inevitable, prefigurada en el mito del origen Sofiánico. Siendo ciego, Yaldabaoth no puede percibir el Pleroma (núcleo galáctico), ni tampoco reconocer a Sofía, la corriente cósmica que surgió desde el núcleo y le produjo en primer lugar. Él se enamora, hinchado de grandiosidad, causando la vergüenza de Sofía, quien quiere ocultarlo de la vista de los Eones Plerómicos. "Ella lo echó lejos de su resplandor, de modo que nadie entre los inmortales lo viera ... Unió una nube luminosa con él, y puso un trono en medio de la nube". (Ap. Juan BG 38, 1-10)
El Eón Sofía es aquella corriente cósmica cuyo impacto organiza el dema y produce a los Arcontes. Esto sucede porque Ella actúa unilateralmente en su caída desde el núcleo galáctico, pero Sofía no causa unilateralmente el nacimiento del Sol. Este es un proceso que ocurre continuamente en las extremidades galácticas, debido a la física de la estructura propia de los brazos. En una acción que puede compararse a una rueda de molino moliendo piedras, la armadura galáctica agita y refina la materia elemental, produciendo constantemente el nacimiento de estrellas, la promesa de nuevos mundos para experimentar.
La clave del estatus único de nuestro sistema planetario es la convergencia del impacto de Sofía con la expulsión desde la nebulosa de una estrella recién nacida. El material de los Arcontes se incorpora en ese vórtice material que se forma alrededor de esta estrella, y Sofía misma fija al jefe Arconte ( "lo entroniza") en el centro del disco protoplanetario ("nube luminosa").
Supervisados por Yaldabaoth, los Arcontes ahora proceden a fabricar el sistema planetario a partir de los elementos inorgánicos, de los cuales ellos mismos están compuestos. Ya que no tienen la intencionalidad (ennoia) ni capacidad creativa (epínoia), sólo pueden hacer esto mediante la imitación. El Apócrifo de Juan (II, 10, 24-25) describe cómo el Señor Arconte "produjo por sí mismo mundos cíclicos (cuerpos en órbita) desde la chispa luminosa que sigue brillando en el cielo". Así, él recurre al poder del vórtice de la estrella central, el Sol recién nacido, para organizar la materia que se arremolina en el disco proto-planetario. Sin embargo, Yaldabaoth no origina nada. Sólo puede copiar el modelo del Pleroma, incluso sin saber que lo hace:
      Y él se maravilló por su propia arrogancia, pues parecía engendrar poderes materiales (exousiai, "autoridades") fuera de su propio poder solitario, pero tras los patrones de los Eones imperecederos ... Y así fue que se formó un stereoma ("firmamento") correspondiéndose con las formaciones cíclicas del Pleroma.
      (II, 10, 26 a 28, y 12, 25)
Las enseñanzas gnósticas constantemente hacen hincapié en que los Arcontes son imitadores que no pueden producir nada original, pero de manera arrogante afirman que pueden. El Señor Arconte es llamado pneuma antimimon, "espíritu falso". (Ap. Juan III, 36:17. El término aparece varias veces en diferentes textos). El cosmos que produce es descrito por el término copto hal, "simulación". El gran sistema planetario de los Arcontes es un stereoma, una proyección de realidad virtual en la simulación de un patrón de dimensiones superiores.
Típicamente, el marco arcóntico del sistema planetario se ha representado por "bandas armilares4" que rodean la Tierra. (Ilustración de A. Cellarius, Harmonia Macrocosma, 1660.) Tomado en muchos sistemas esotéricos (Hermética y Rosacrucianismo) como la imagen por excelencia de la armonía cósmica, el modelo de las esferas planetarias refleja una imitación sin sentido de diseño divino, no la realidad viva del cosmos.

Yaldabaoth, el presunto todopoderoso Dios creador, realmente no crea nada; en cambio, él copia desde patrones "arquetípicos" en el Pleroma. El stereoma planetario de su manufactura es como una copia de plástico de una concha de abulón. Sólo alguien que no conoce la realidad de la concha del abulón, y qué milagro viviente de la naturaleza se requiere para producirlo, aceptaría una sustitución de plástico. Una vez más, el paralelo cósmico-noético se aplica: los Arcontes simulan en el cosmos en general y también simulan en la mente humana. Esta es una indicación clave de su efecto, una pista de sus tácticas de intrusión sutiles.
Los principales textos cosmológicos en la NHL, Sobre el Origen del Mundo, La Hipóstasis de los Arcontes y El Apócrifo de Juan, son consistentes en la descripción de cómo surge el sistema solar como una simulación inorgánica del patrón de vida de los Eones eternos. Aquí hay una mayor comprensión de "la generación del error". Uno podría ser excusado (pero sólo apenas) por confundir el plástico con una perla, pero sería una terrible ignorancia, de hecho, np darse cuenta que se necesita todo un océano y una biosfera viva y simbiótica para producir una perla. Sin embargo, esa es la ignorancia de los Arcontes, que no pueden comprender el milagro viviente del orden divino, enraizado en el Pleroma, aun cuando lo están imitando.
El stereoma de los Arcontes es verdaderamente un logro grandioso, algo así como un palacio veneciano de muchas habitaciones de un capo de la mafia afligido con religiosa grandiosidad y un sentido militarista de la cadena de comando:
      Ahora el padre primordial (“archigenetor”), el criador maestro de los Arcontes, dado que él había mandado que vastos mundos orbitaran, produjo cielos para cada uno de sus descendientes ... hermosas viviendas, y en cada cielo Yaldabaoth produjo una decoración gloriosa, siete veces excelente: tronos, mansiones y templos, y también carros y vírgenes celestiales ... consignando a cada uno su propio reino celestial, y proporcionándoles poderosos ejércitos de dioses, comandantes, mensajeros y supervisores, en incontables miríadas, por lo que todos ellos podrían servir y ser servidos.
      Sobre el Origen del Mundo, 19.
Los lectores familiarizados con la psicología arquetípica de C. G. Jung reconocerán en este pasaje todos los elementos del arquetipo celestial común a las religiones dominantes: mansiones celestiales, ejércitos celestes, carros de nubes, vírgenes a la orden, coros de ángeles dispuestos con precisión militar. El stereoma está cargado con kitsch espiritual. Si alguien necesita evidencia de cómo los Arcontes puede infectar a la imaginación humana, aquí está, siete veces excelente.

"El engaño Divino"
Puede ser chocante que gran parte de lo que los seres humanos han imaginado como el cielo sea una fantasía arcóntica, o pudiera ser considerada como tal por los gnósticos. Es más bien como si nuestra idea del cielo (el reino del más allá) se basara en un parque temático de Disney. En efecto, existe algo propio de Disney4 en los Arcontes, y hay a su vez algo claramente arcóntico en la “disneyficación” de nuestro mundo. (Para algunas agudas observaciones sobre este punto, véase Jerry Mander, En la Ausencia de lo Sagrado, en lecturas recomendadas para Tecnología). Vale la pena señalar que Walt Disney comenzó a alcanzar notoriedad en los primeros días de la televisión estadounidense con películas notables sobre la naturaleza, como El Desierto Viviente. En un determinado momento, sin embargo, Disney pasó de la naturaleza a la fantasía. Él propuso que la construcción de Disney World en Anaheim, cerca de Los Ángeles, fuera supervisada por un equipo de "imagineers"5. El resultado es que algunas personas que hoy en día visitan Disney World están tan impresionadas por los simulacros, que no pueden saber si los hipopótamos en el río son reales o artificiales.
Desde un punto de vista gnóstico, Disney podría ser acusado del error de Yaldabaoth: "él no obedeció al lugar de donde vino". En lugar de permanecer dentro de los límites de la naturaleza y aprender de lo que ha de ser observado allí, decidió reemplazarla por la simulación. Esto es exactamente lo que hicieron los Arcontes imitando "el patrón de los Eones imperecederos". Pero tenga en cuenta los resultados.
Ya sea que estemos considerando el cielo o Disney World, nos enfrentamos a los efectos y artefactos de la imaginación humana, así como la imaginación arcóntica, el genio de la inteligencia artificial. El simulacro de los Arcontes puede tan convincente que se cae bajo el hechizo de la creencia de que todo el planeta se puede convertir en un parque temático tecnológico, e incluso la creencia de que un mundo así sería mejor que el que ya tenemos. Estas creencias son típicas del subterfugio arcóntico que los gnósticos detectaron, en primer lugar, en su estudio visionario del cosmos en general, y en segundo lugar, en sus agudas observaciones de cómo el comportamiento humano está impulsado por fantasías religiosas y creencias delirantes.

En otra parte de este sitio (www.metahistory.org) he citado el principio maestro de la Gran Obra, establecido en el Theatrum Rosarium, una recopilación de la tradición alquímica del siglo 17:
      En todas tus operaciones, deja que el trabajo se guíe por la naturaleza, de acuerdo con la lenta progresión de los metales en las entrañas de la Tierra.Y en tus esfuerzos, guíate en todos los caminos por la verdad y no por la imaginación fantástica.
Bellas palabras. Pero, ¿cómo podemos decir la verdad a partir de la imaginación fantástica? El lenguaje de los principios alquímicos establece en la primera parte de la fórmula lo que debe ser asumido en la segunda: la verdadera imaginación sigue a la naturaleza, la falsa aparta de ella. Esta desviación es la firma de los Arcontes, pero es típicamente humano, o mejor dicho, típico de la arrogancia de nuestra especie, presumir que podemos imaginar un mundo mejor que el que ofrece la naturaleza. Y aun si mejoramos en el mundo natural, debemos hacerlo con rigor alquímico, asegurándonos de que lo que inventamos se basa en la observación cercana de cómo funciona la naturaleza.
Alquimistas recogiendo el rocío de la mañana. Mutus Liber ( "El libro mudo"), 1677, La Rochelle. De Alquimia & Misticismo, Alexander Roob, p. 380.
La tendencia humana a ser seducidos por la imaginación fantástica fue profundamente entendida por los gnósticos, que detectaron en esto la intrusión de los Arcontes en nuestra mente, y de hecho, en la biosfera en que vivimos. Por supuesto, reconocemos hoy en día- algunas personas lo hacen, al menos- que la “Disneyficación” del mundo, disfrazada actualmente en pretensiones tecnomaníacas, presenta una desviación grave para la humanidad. Tal vez una desviación terminal. El hechizo de la inteligencia artificial se ha extendido de forma masiva impactando cada aspecto de nuestras vidas. Quizás en un futuro próximo, si no ya, sea imposible para la gran mayoría de los seres humanos discernir lo que puede ser verdad, vivamente imaginado, de la fantasía sin cuerpo.
Este es el "engaño divino" que enfrentamos como la prueba definitiva de nuestro propio potencial divino.
Al poner un sesgo gnóstico sobre estos asuntos, no estoy diciendo nada nuevo, ni hago observaciones que aún no hayan sido hechas (por personajes como Jerry Mander, Theodore Roszak, o Jeremy Rifkin, por ejemplo), pero estoy enmarcando toda la cuestión en una perspectiva cósmica. A pesar de que se necesita inteligencia excepcional y amorosa paciencia y, sí, "la verdadera imaginación y no la fantástica", para conseguir lo que está detrás de este material gnóstico, creo que vale la pena el esfuerzo que esto nos pide. El hechizo de los Arcontes es realmente fuerte, pero puede ser contrarrestado por una fuerza consumada que se encuentra en nosotros mismos, en lo profundo de nuestra dotación Sofiánica. Sin embargo, esta fuerza tiene que ser reclamada y cultivada. No surge por sí misma, pero es despertada y sostenida por el esfuerzo iniciado.
Después de toda una vida de compromiso con la Gnosis experimental y la mitología Sofiánica, estoy convencido de que ahí adentro está el poder, no para ser encontrado en el conocimiento ordinario, ni derivado de las mejores observaciones de las mentes más sensibles de nuestro tiempo. Más que nunca necesitamos la delicadeza noética de los iniciados gnósticos que vivieron el misterio, aprendiendo directamente de la Diosa de la Tierra. En la perspectiva cósmica de la Gnosis es posible que al fin descubramos el sentido secreto de lo que somos y a lo que nos enfrentamos en este planeta solitario.


N. T.:
  1. El término sánscrito yoni significa ‘útero’, ‘vagina’, ‘vulva’ o ‘vientre’..
  2. Nag Hammadi Library, los manuscritos de Nag Hammadi.
  3. Se refiere a un algoritno utilizado en la administración de paquetes de datos en internet.
  4. En el texto original “something Disneyesque”.
  5. Algo así como “ingenieros de la imaginación”.