viernes, 25 de marzo de 2016

Mi Diosa de Estampa Pálida.


Cierro mis ojos, y estás,
mi diosa de estampa pálida,
cierro mis ojos, y cálida
besas mi boca, y te vas.
Si mis pisadas jamás
llegaran hasta tu puerta,
o si no estuviera abierta
para refugiarme en tí,
no tendría para mí
más que esperanzas inciertas.
Pero tengo bien despierta
el alma que recibí,
y busco con frenesí,
con mis sentidos alerta.
Puedo invocarte en mi huerta
y te apareces, sin más,
besas mi boca y te vas,
cierro mis ojos, y cálida,
mi diosa de estampa pálida,
cierro mis ojos, y estás.

No me abandones jamás
mi diosa de blancas manos
si el gallo canta temprano
despierto me encontrarás.
Dejo todo lo demás
por seguirte hasta la muerte
Dejo mi paz y mi suerte
Dejo mi techo y mi almohada
Te entrego vida y espada
Y mis ansias de tenerte.
Si un día mi cuerpo inerte
no llega a la madrugada
y mi alma es condenada 
por el afán de quererte
no habrá cariño más fuerte
mi diosa, ya lo verás,
despierto me encontrarás
si el gallo canta temprano
mi diosa de blancas manos
no me abandones jamás.

® Andres Salone

domingo, 20 de marzo de 2016

Diosa del amanecer (Soneto)

Diosa del Amanecer - Kagaya Yutaka


Sentado en el jardín de los olvidos
te declaro mi flor envenenada,
has venido por mí en carroza alada
cargando el firmamento en tu vestido.

Aquí abajo estoy yo, de muerte herido
por beber tu licor, mi flor amada,
ya cae sobre mí tu madrugada
vestida de mil soles encendidos.

Tanto esperó mi carne ensangrentada
tu suave beso, que al fin ha florecido
tu imagen en el brillo de mi espada.

Tanto esperó, que se ha desvanecido
la noche, de promesas desvelada,
y he descansado en tí, y me he dormido.


® Andres Salone


jueves, 10 de marzo de 2016

La Promesa de un Planeta Solitario

Traducción: Andres Salone

La cosmogénesis gaiana y el origen de la vida extraterrestre de
acuerdo con las enseñanzas gnósticas
Uno: Nacimiento de la estrella y simulación
Dos: La pasión de Sofía
Tres: La Shishta
Cosmología indígena con el Sol, el Águila Sofiánica y la Tierra Yónica1. Cuadro Huichol de arte en hilo. De Plantas de los Dioses, de Richard Evans Schultes y Albert Hofmann.
UNO: Nacimiento de la estrella y simulación

Varios textos de la colección Nag Hammadi describen el origen cósmico de los Arcontes. La versión más completa está en el Apócrifo de Juan, encontrado en tres bocetos en la NHL2 y también en una fuente no NHL, el Códice de Berlín. En la edición académica en inglés de la NHL completa, las cuatro versiones están impresas en paralelo, dispuestas en dos columnas en páginas opuestas. La historia de cómo los Arcontes surgen en el orden cósmico, debido a la profunda caída de Sofía, y la forma en que se inmiscuyen en la humanidad no se cuenta con gran detalle, pero se cuenta de manera adecuada.


El Apócrifo de Juan también describe los objetivos y las tácticas de los Arcontes, su forma de actuar en relación con la humanidad. Una palabra clave para esta actividad podría ser la intrusión. En el lenguaje de la mitología comparada, esta situación constituye un escenario de intervención. Como los gnósticos los vieron, los Arcontes pertenecían al ámbito extraterrestre del sistema planetario, fuera de la Tierra, y así ellos eran intrusos en la biosfera. La amenaza de la intrusión arcóntica en el reino humano se expresa claramente en el mito del origen Sofiánico. Yaldabaoth, el jefe de las hordas arcónticas, "no obedeció al lugar de donde vino". (El Apócrifo de Juan, 12:10, citado en Alien Dreaming). Este problema es inherente a la historia fundacional de nuestra especie.


Tanto / como”
Nosotros también estamos, como los Arcontes, sujetos al mismo principio cósmico de la autorregulación. Si nosotros, como especie, "no obedecemos al lugar de donde vinimos", corremos el riesgo de perder nuestro lugar en el orden cósmico. Las enseñanzas gnósticas acerca de los Arcontes están muy bien concebidas, de modo que en ningún momento podemos culparlos de lo que hacemos. Sin embargo, los Arcontes sí existen independientemente de nosotros, y ejercen una influencia significativa en nuestro comportamiento y perspectivas. Ellos son tanto aspectos de nuestra mentalidad como entidades alienígenas independientes. El “tanto / como” tipifica la sutileza noética de la sabiduría gnóstica.
La historia del origen Sofiánico es una narración de los hechos, un guión cosmológico como tal, mientras que la interpretación de cómo los Arcontes afectan a la humanidad es un comentario, un enfoque diagnóstico de la historia y, en cierta medida, una extensión de la misma. A diferencia de la historia del origen, las creencias gnósticas acerca de la intrusión arcóntica no se encuentran en ningún texto en particular, y aun donde se encuentran, a menudo son confusas e incompletas. Sin embargo, las líneas principales de intrusión son lo suficientemente claras.
Metahistory.org contiene numerosos pasajes sobre el enigma ET / OVNI, tratados en la perspectiva de las enseñanzas gnósticas. EN cada caso comparo los Arcontes con los ETs contemporáneos, esas entidades "alienígenas" que parecen revolotear dentro y fuera de nuestro mundo, en particular los Grises y Reptilianos ampliamente asociados con avistamientos de ovnis, encuentros y secuestros. Hay, como todo el mundo sabe, una vasta mitología desarrollada acerca de estas entidades. Mi idea aquí es mostrar lo que es único en la historia gnóstica de los Arcontes y en el análisis de sus actividades.
En este ensayo me gustaría resumir el relato cosmológico, el mito del origen Sofiánico con énfasis en los Arcontes como formas de vida alienígenas. En un artículo complementario, “Cómo somos desviados” (How We Are Deviated), "perfilo" a los Arcontes más de cerca, con el objetivo de dilucidar sus motivos y sus tácticas, como se ha descrito en varios textos gnósticos.

Un Aborto cósmico
El evento central en la cosmología gnóstica se refiere el Eón Sophia, una divinidad en el Pleroma (astronómicamente hablando, el centro de nuestra galaxia, o cualquier galaxia). En el escenario de Sophia Caída, el Eón cae desde el centro cósmico y produce una perturbación masiva en los reinos de la materia elemental, las extremidades envolventes. Este evento mitológico puede ser visualizado de una manera consistente con la física cosmológica moderna: el aumento errático de un flujo de plasma desde el centro galáctico excita la materia elemental en las extremidades, produciendo una serie de formas de vida inorgánicas. Son llamados Arcontes (del griego archai, "anterior, desde el principio") porque surgen primero, antes que el sol y el sistema planetario en su conjunto.
Los Arcontes son criaturas humanoides de composición inorgánica, pero vivos y conscientes a su propia manera. Su primer hábitat es la región en la que el brazo galáctico se ha visto afectado por el "brote" de plasma desde el núcleo. (Los astrofísicos ahora suponen la existencia de tales brotes por la evidencia de túneles filiformes que se extienden desde el núcleo, o bulbo central, en la estructura del brazo). Esta agitación se produce en la región de Orión, la más conocida y fácilmente reconocible de todas las constelaciones estelares. Las entidades arcónticas así producidas son de dos tipos, neonatas (o embrionarias, semejantes al feto humano) y dracónicas (parecidas a los reptiles y los lagartos, pero aún humanoides). Las formas rudimentarias de estas entidades se pueden rastrear en patrones fractales de todo el conjunto de Mandelbrot (Ver Alien Dreaming).
Los gnósticos llamaron a este evento "la generación de los Arcontes", o "la generación del error", porque equiparaban a los Arcontes con la tendencia humana para el error, un tropo curioso que se explica más adelante en relación con la teoría del error, y en el perfil de la intrusión arcóntica en”Cómo somos desviados”. En una imagen extraña, la generación fractal del Arconte se compara con "un aborto sin ningún poder propio. Como una sombra que entró en funcionamiento en un vasta sustancia acuosa ... Y Sofía flotaba sobre la materia caótica, que había sido expulsada como un feto abortado".(Sobre el origen del mundo, 99: 5-10, 20-25)
El Mito de Gaia describe cómo el Eón Sofía es sorprendido por la generación espontánea de estas entidades, este suceso no estaba previsto en su "sueño" de un sistema de mundo más allá del Pleroma. Los Arcontes surgen del impacto de un campo de fuerza deífica que configura automáticamente el caos de los elementos primarios, la materia o dema, más bien en la forma en que un flujo sonoro configura arena fina sobre una superficie plana (las "formas Chaldni"), o un imán transforma limaduras de hierro en una graciosa escarapela. Esta dinámica de formación de patrones es la autopoiesis de los dioses, grandes corrientes de vida que surgen a través del Tiempo del Sueño.
Los Arcontes emergen por primera vez en la forma de un recién nacido, y luego en una mutación adicional ( "tail-dropping"3) produce el tipo dracónico. El Apócrifo de Juan describe cómo el Eón Sofía esconde al jefe Arconte en una nube luminosa, de manera que el Pleroma no ve el "aborto" que ella ha producido sin darse cuenta. Con esta imagen, la mitología apunta directamente a un evento descrito en la astrofísica moderna.


El nacimiento del Sol
En astrofísica moderna, el sol, la estrella central de nuestro sistema planetario, se dice que ha sido producido por una explosión en el interior de la nebulosa de Orión. En el área mitológicamente representada como la espada de Orión, o el "falo de Osiris," hay una densa nube molecular, una cuna de nacimiento de estrellas. El sol fue literalmente eyaculado desde esta región. La explosión estelar tiene dos efectos: propulsa al sol recién nacido en una trayectoria aguas arriba en el tercer brazo galáctico, y a medida que avanza, su movimiento giratorio actúa como una turbina, tirando de la materia elemental en un vórtice. El vórtice se aplana gradualmente en el "disco proto-planetario."
De acuerdo con el modelo actual de la evolución solar, este disco es imaginado como un inmenso anillo ancho y plano compuesto de materia elemental con el sol, rugiendo como un horno de fundición, colocado en su centro. Poco a poco los elementos primarios se separan, y el anillo se diferencia en bandas de partículas aglomeradas que se condensan en planetas individuales. Las condiciones de este proceso son tales que, por casualidad, la Tierra se desarrolla a partir de una banda de densidad situada en una posición única, ni demasiado lejos ni demasiado cerca del Sol. Esta ubicación ofrece las condiciones exactas necesarias para el desarrollo de la biosfera. Las condiciones necesarias para la vida orgánica no surgen en las otras bandas.
Tal es el relato de la cosmología moderna, pero el mito gnóstico de la evolución planetaria difiere en algunos puntos clave.
Los videntes gnósticos que observaban el cosmos en general vieron todos los eventos como parte del milagro en curso de la conciencia. Ellos se dieron cuenta que el poder que poseemos para ser conscientes del cosmos no es una propiedad subjetiva única de los seres humanos, sino que pertenece a la propia dinámica del universo. Por lo tanto, ellos consideraban que todo lo que sucede más allá de la Tierra es una expresión de la conciencia y la sensibilidad operando en dimensiones superiores. Para ellos, la explosión del sol en la nebulosa de Orión fue un acontecimiento presenciado y sentido por los poderes cósmicos, incluso por el Sol mismo. En su "reproducción visionaria" de ese evento, los gnósticos utilizaron lenguaje mitológico para describir la aparición de nuestro sistema planetario, como si se tratara de un proceso consciente, sentido y presenciado por entidades cósmicas, pero para los videntes que desarrollaron este mito, "como si" era "como es". Ellos no antropomorfizaron, proyectando falsamente cualidades humanas en un mundo no-humano, sino que intentaron describir las cualidades de sensibilidad y conciencia de sí del cosmos en general.
La gnosis es el conocimiento vivo de un universo vivo.
En el escenario gnóstico, la erupción del Sol en la nebulosa de Orión es un evento contemplado por el Eón Sofía y la legión de Arcontes que ella produjo debido al prematuro efecto colateral de su impacto. Al principio las entidades arcónticas son meramente formaciones de tipo ondulatorio en el despliegue de la materia densa elemental, el dema (caos de partículas atómicas y subatómicas). Ellos se forman inicialmente como filigrana plegada sobre un revestimiento de metales, pero cuando el sol entra en erupción en la nebulosa de Orión, ejerce un poderoso efecto de vórtice sobre ellos. El material de los Arcontes emergentes se organiza alrededor del vórtice solar, entonces aplanado en un gran plato giratorio que se diferencia en distintas bandas (aquí la descripción sigue la teoría actual).
Sin embargo, nada de esto sucede sin conciencia. El cosmos en formación es presenciado y sentido por los poderes que lo conforman. (¿Cuáles son los instrumentos para este acto de testimonio, los órganos para detectar en la escala cósmica? Yo diría que es un grupo de conchas resonantes, algo así como las estructuras de dimensiones superiores propuestas en la teoría de cuerdas). A medida que el disco protoplanetario se forma, los Arcontes son absorbidos en él. Son seres inorgánicos cuya composición física coincide con la química inorgánica de los planetas, aparte de la Tierra. A medida que se desarrolla el disco, el jefe Arconte, un tipo reptiliano llamado Salkas, Samael o Yaldabaoth, presencia su formación y erróneamente asume que él es el creador del sistema emergente. Es como si el jefe Arconte se viera reflejado en el disco solar emergente y luego toma ese sistema como su producto.
      Abriendo sus ojos, el jefe Arconte vio una gran cantidad de materia, sin límite, y él se volvió arrogante, diciendo, "Soy yo, que soy Dios, y no hay otro poder aparte de mí".
      La Hipóstasis de los Arcontes, 93:23.
Este es el error primordial de la mentalidad arcóntica: confundir el poder de atestiguar con el poder de crear lo atestiguado. Por lo tanto, la aparición de los Arcontes, un evento cosmológico, se identifica íntimamente con la "generación del error", un evento noético. El paralelismo cósmico-noético es una marca de la ciencia visionaria gnóstica, como he señalado en otra parte. Sin embargo, no es del todo singular a las enseñanzas gnósticas. También ocurre en el budismo. En La locura de Dios: Una Narrativa Cosmológica Budista (de próxima aparición en "Créalo o No"), considero un raro mito budista de la creación, que presenta una réplica exacta del escenario gnóstico del Señor Arconte, Yaldabaoth.

ET / Navegante Arconte

Orden simulado
Asumiendo la pose arrogante de una deidad solar, Yaldabaoth cree falsamente que él es el único dios en todo el cosmos. Por lo tanto, para los gnósticos, la identificación de Yaldabaoth con Jehová del Antiguo Testamento, una deidad que sufre de este gran complejo de egoísmo cósmico, es una conclusión inevitable, prefigurada en el mito del origen Sofiánico. Siendo ciego, Yaldabaoth no puede percibir el Pleroma (núcleo galáctico), ni tampoco reconocer a Sofía, la corriente cósmica que surgió desde el núcleo y le produjo en primer lugar. Él se enamora, hinchado de grandiosidad, causando la vergüenza de Sofía, quien quiere ocultarlo de la vista de los Eones Plerómicos. "Ella lo echó lejos de su resplandor, de modo que nadie entre los inmortales lo viera ... Unió una nube luminosa con él, y puso un trono en medio de la nube". (Ap. Juan BG 38, 1-10)
El Eón Sofía es aquella corriente cósmica cuyo impacto organiza el dema y produce a los Arcontes. Esto sucede porque Ella actúa unilateralmente en su caída desde el núcleo galáctico, pero Sofía no causa unilateralmente el nacimiento del Sol. Este es un proceso que ocurre continuamente en las extremidades galácticas, debido a la física de la estructura propia de los brazos. En una acción que puede compararse a una rueda de molino moliendo piedras, la armadura galáctica agita y refina la materia elemental, produciendo constantemente el nacimiento de estrellas, la promesa de nuevos mundos para experimentar.
La clave del estatus único de nuestro sistema planetario es la convergencia del impacto de Sofía con la expulsión desde la nebulosa de una estrella recién nacida. El material de los Arcontes se incorpora en ese vórtice material que se forma alrededor de esta estrella, y Sofía misma fija al jefe Arconte ( "lo entroniza") en el centro del disco protoplanetario ("nube luminosa").
Supervisados por Yaldabaoth, los Arcontes ahora proceden a fabricar el sistema planetario a partir de los elementos inorgánicos, de los cuales ellos mismos están compuestos. Ya que no tienen la intencionalidad (ennoia) ni capacidad creativa (epínoia), sólo pueden hacer esto mediante la imitación. El Apócrifo de Juan (II, 10, 24-25) describe cómo el Señor Arconte "produjo por sí mismo mundos cíclicos (cuerpos en órbita) desde la chispa luminosa que sigue brillando en el cielo". Así, él recurre al poder del vórtice de la estrella central, el Sol recién nacido, para organizar la materia que se arremolina en el disco proto-planetario. Sin embargo, Yaldabaoth no origina nada. Sólo puede copiar el modelo del Pleroma, incluso sin saber que lo hace:
      Y él se maravilló por su propia arrogancia, pues parecía engendrar poderes materiales (exousiai, "autoridades") fuera de su propio poder solitario, pero tras los patrones de los Eones imperecederos ... Y así fue que se formó un stereoma ("firmamento") correspondiéndose con las formaciones cíclicas del Pleroma.
      (II, 10, 26 a 28, y 12, 25)
Las enseñanzas gnósticas constantemente hacen hincapié en que los Arcontes son imitadores que no pueden producir nada original, pero de manera arrogante afirman que pueden. El Señor Arconte es llamado pneuma antimimon, "espíritu falso". (Ap. Juan III, 36:17. El término aparece varias veces en diferentes textos). El cosmos que produce es descrito por el término copto hal, "simulación". El gran sistema planetario de los Arcontes es un stereoma, una proyección de realidad virtual en la simulación de un patrón de dimensiones superiores.
Típicamente, el marco arcóntico del sistema planetario se ha representado por "bandas armilares4" que rodean la Tierra. (Ilustración de A. Cellarius, Harmonia Macrocosma, 1660.) Tomado en muchos sistemas esotéricos (Hermética y Rosacrucianismo) como la imagen por excelencia de la armonía cósmica, el modelo de las esferas planetarias refleja una imitación sin sentido de diseño divino, no la realidad viva del cosmos.

Yaldabaoth, el presunto todopoderoso Dios creador, realmente no crea nada; en cambio, él copia desde patrones "arquetípicos" en el Pleroma. El stereoma planetario de su manufactura es como una copia de plástico de una concha de abulón. Sólo alguien que no conoce la realidad de la concha del abulón, y qué milagro viviente de la naturaleza se requiere para producirlo, aceptaría una sustitución de plástico. Una vez más, el paralelo cósmico-noético se aplica: los Arcontes simulan en el cosmos en general y también simulan en la mente humana. Esta es una indicación clave de su efecto, una pista de sus tácticas de intrusión sutiles.
Los principales textos cosmológicos en la NHL, Sobre el Origen del Mundo, La Hipóstasis de los Arcontes y El Apócrifo de Juan, son consistentes en la descripción de cómo surge el sistema solar como una simulación inorgánica del patrón de vida de los Eones eternos. Aquí hay una mayor comprensión de "la generación del error". Uno podría ser excusado (pero sólo apenas) por confundir el plástico con una perla, pero sería una terrible ignorancia, de hecho, np darse cuenta que se necesita todo un océano y una biosfera viva y simbiótica para producir una perla. Sin embargo, esa es la ignorancia de los Arcontes, que no pueden comprender el milagro viviente del orden divino, enraizado en el Pleroma, aun cuando lo están imitando.
El stereoma de los Arcontes es verdaderamente un logro grandioso, algo así como un palacio veneciano de muchas habitaciones de un capo de la mafia afligido con religiosa grandiosidad y un sentido militarista de la cadena de comando:
      Ahora el padre primordial (“archigenetor”), el criador maestro de los Arcontes, dado que él había mandado que vastos mundos orbitaran, produjo cielos para cada uno de sus descendientes ... hermosas viviendas, y en cada cielo Yaldabaoth produjo una decoración gloriosa, siete veces excelente: tronos, mansiones y templos, y también carros y vírgenes celestiales ... consignando a cada uno su propio reino celestial, y proporcionándoles poderosos ejércitos de dioses, comandantes, mensajeros y supervisores, en incontables miríadas, por lo que todos ellos podrían servir y ser servidos.
      Sobre el Origen del Mundo, 19.
Los lectores familiarizados con la psicología arquetípica de C. G. Jung reconocerán en este pasaje todos los elementos del arquetipo celestial común a las religiones dominantes: mansiones celestiales, ejércitos celestes, carros de nubes, vírgenes a la orden, coros de ángeles dispuestos con precisión militar. El stereoma está cargado con kitsch espiritual. Si alguien necesita evidencia de cómo los Arcontes puede infectar a la imaginación humana, aquí está, siete veces excelente.

"El engaño Divino"
Puede ser chocante que gran parte de lo que los seres humanos han imaginado como el cielo sea una fantasía arcóntica, o pudiera ser considerada como tal por los gnósticos. Es más bien como si nuestra idea del cielo (el reino del más allá) se basara en un parque temático de Disney. En efecto, existe algo propio de Disney4 en los Arcontes, y hay a su vez algo claramente arcóntico en la “disneyficación” de nuestro mundo. (Para algunas agudas observaciones sobre este punto, véase Jerry Mander, En la Ausencia de lo Sagrado, en lecturas recomendadas para Tecnología). Vale la pena señalar que Walt Disney comenzó a alcanzar notoriedad en los primeros días de la televisión estadounidense con películas notables sobre la naturaleza, como El Desierto Viviente. En un determinado momento, sin embargo, Disney pasó de la naturaleza a la fantasía. Él propuso que la construcción de Disney World en Anaheim, cerca de Los Ángeles, fuera supervisada por un equipo de "imagineers"5. El resultado es que algunas personas que hoy en día visitan Disney World están tan impresionadas por los simulacros, que no pueden saber si los hipopótamos en el río son reales o artificiales.
Desde un punto de vista gnóstico, Disney podría ser acusado del error de Yaldabaoth: "él no obedeció al lugar de donde vino". En lugar de permanecer dentro de los límites de la naturaleza y aprender de lo que ha de ser observado allí, decidió reemplazarla por la simulación. Esto es exactamente lo que hicieron los Arcontes imitando "el patrón de los Eones imperecederos". Pero tenga en cuenta los resultados.
Ya sea que estemos considerando el cielo o Disney World, nos enfrentamos a los efectos y artefactos de la imaginación humana, así como la imaginación arcóntica, el genio de la inteligencia artificial. El simulacro de los Arcontes puede tan convincente que se cae bajo el hechizo de la creencia de que todo el planeta se puede convertir en un parque temático tecnológico, e incluso la creencia de que un mundo así sería mejor que el que ya tenemos. Estas creencias son típicas del subterfugio arcóntico que los gnósticos detectaron, en primer lugar, en su estudio visionario del cosmos en general, y en segundo lugar, en sus agudas observaciones de cómo el comportamiento humano está impulsado por fantasías religiosas y creencias delirantes.

En otra parte de este sitio (www.metahistory.org) he citado el principio maestro de la Gran Obra, establecido en el Theatrum Rosarium, una recopilación de la tradición alquímica del siglo 17:
      En todas tus operaciones, deja que el trabajo se guíe por la naturaleza, de acuerdo con la lenta progresión de los metales en las entrañas de la Tierra.Y en tus esfuerzos, guíate en todos los caminos por la verdad y no por la imaginación fantástica.
Bellas palabras. Pero, ¿cómo podemos decir la verdad a partir de la imaginación fantástica? El lenguaje de los principios alquímicos establece en la primera parte de la fórmula lo que debe ser asumido en la segunda: la verdadera imaginación sigue a la naturaleza, la falsa aparta de ella. Esta desviación es la firma de los Arcontes, pero es típicamente humano, o mejor dicho, típico de la arrogancia de nuestra especie, presumir que podemos imaginar un mundo mejor que el que ofrece la naturaleza. Y aun si mejoramos en el mundo natural, debemos hacerlo con rigor alquímico, asegurándonos de que lo que inventamos se basa en la observación cercana de cómo funciona la naturaleza.
Alquimistas recogiendo el rocío de la mañana. Mutus Liber ( "El libro mudo"), 1677, La Rochelle. De Alquimia & Misticismo, Alexander Roob, p. 380.
La tendencia humana a ser seducidos por la imaginación fantástica fue profundamente entendida por los gnósticos, que detectaron en esto la intrusión de los Arcontes en nuestra mente, y de hecho, en la biosfera en que vivimos. Por supuesto, reconocemos hoy en día- algunas personas lo hacen, al menos- que la “Disneyficación” del mundo, disfrazada actualmente en pretensiones tecnomaníacas, presenta una desviación grave para la humanidad. Tal vez una desviación terminal. El hechizo de la inteligencia artificial se ha extendido de forma masiva impactando cada aspecto de nuestras vidas. Quizás en un futuro próximo, si no ya, sea imposible para la gran mayoría de los seres humanos discernir lo que puede ser verdad, vivamente imaginado, de la fantasía sin cuerpo.
Este es el "engaño divino" que enfrentamos como la prueba definitiva de nuestro propio potencial divino.
Al poner un sesgo gnóstico sobre estos asuntos, no estoy diciendo nada nuevo, ni hago observaciones que aún no hayan sido hechas (por personajes como Jerry Mander, Theodore Roszak, o Jeremy Rifkin, por ejemplo), pero estoy enmarcando toda la cuestión en una perspectiva cósmica. A pesar de que se necesita inteligencia excepcional y amorosa paciencia y, sí, "la verdadera imaginación y no la fantástica", para conseguir lo que está detrás de este material gnóstico, creo que vale la pena el esfuerzo que esto nos pide. El hechizo de los Arcontes es realmente fuerte, pero puede ser contrarrestado por una fuerza consumada que se encuentra en nosotros mismos, en lo profundo de nuestra dotación Sofiánica. Sin embargo, esta fuerza tiene que ser reclamada y cultivada. No surge por sí misma, pero es despertada y sostenida por el esfuerzo iniciado.
Después de toda una vida de compromiso con la Gnosis experimental y la mitología Sofiánica, estoy convencido de que ahí adentro está el poder, no para ser encontrado en el conocimiento ordinario, ni derivado de las mejores observaciones de las mentes más sensibles de nuestro tiempo. Más que nunca necesitamos la delicadeza noética de los iniciados gnósticos que vivieron el misterio, aprendiendo directamente de la Diosa de la Tierra. En la perspectiva cósmica de la Gnosis es posible que al fin descubramos el sentido secreto de lo que somos y a lo que nos enfrentamos en este planeta solitario.


N. T.:
  1. El término sánscrito yoni significa ‘útero’, ‘vagina’, ‘vulva’ o ‘vientre’..
  2. Nag Hammadi Library, los manuscritos de Nag Hammadi.
  3. Se refiere a un algoritno utilizado en la administración de paquetes de datos en internet.
  4. En el texto original “something Disneyesque”.
  5. Algo así como “ingenieros de la imaginación”.