Traducción: Andres Salone
La
cosmogénesis gaiana y el origen de la vida extraterrestre de
acuerdo
con las enseñanzas gnósticas
Uno:
Nacimiento de la estrella y simulación
Dos:
La pasión de Sofía
Tres:
La Shishta
|
Cosmología
indígena con el Sol, el Águila Sofiánica y la Tierra Yónica1.
Cuadro Huichol de arte en hilo. De Plantas
de los Dioses, de
Richard Evans Schultes y Albert Hofmann.
|
UNO:
Nacimiento de la estrella y simulación
Varios
textos de la colección Nag Hammadi describen el origen cósmico de
los Arcontes. La versión más completa está en el
Apócrifo de Juan,
encontrado en tres bocetos en la NHL2
y también en una fuente no NHL, el Códice de Berlín. En la edición
académica en inglés de la NHL completa, las cuatro versiones están
impresas en paralelo, dispuestas en dos columnas en páginas
opuestas. La historia de cómo los Arcontes surgen en el orden
cósmico, debido a la profunda caída de Sofía, y la forma en que se
inmiscuyen en la humanidad no se cuenta con gran detalle, pero se
cuenta de manera adecuada.
El Apócrifo de Juan también describe los objetivos y las tácticas de los Arcontes, su forma de actuar en relación con la humanidad. Una palabra clave para esta actividad podría ser la intrusión. En el lenguaje de la mitología comparada, esta situación constituye un escenario de intervención. Como los gnósticos los vieron, los Arcontes pertenecían al ámbito extraterrestre del sistema planetario, fuera de la Tierra, y así ellos eran intrusos en la biosfera. La amenaza de la intrusión arcóntica en el reino humano se expresa claramente en el mito del origen Sofiánico. Yaldabaoth, el jefe de las hordas arcónticas, "no obedeció al lugar de donde vino". (El Apócrifo de Juan, 12:10, citado en Alien Dreaming). Este problema es inherente a la historia fundacional de nuestra especie.
“Tanto
/ como”
Nosotros
también estamos, como los Arcontes, sujetos al mismo principio
cósmico de la autorregulación. Si nosotros, como especie, "no
obedecemos al lugar de donde vinimos", corremos el riesgo de
perder nuestro lugar en el orden cósmico. Las enseñanzas gnósticas
acerca de los Arcontes están muy bien concebidas, de modo que en
ningún momento podemos culparlos de lo que hacemos. Sin embargo, los
Arcontes sí existen independientemente de nosotros, y ejercen una
influencia significativa en nuestro comportamiento y perspectivas.
Ellos son tanto aspectos de nuestra mentalidad como entidades
alienígenas independientes. El “tanto
/ como” tipifica
la sutileza noética de la sabiduría gnóstica.
La
historia del origen Sofiánico es una narración de los hechos, un
guión cosmológico como tal, mientras que la interpretación de cómo
los Arcontes afectan a la humanidad es un comentario, un enfoque
diagnóstico de la historia y, en cierta medida, una extensión de la
misma. A diferencia de la historia del origen, las creencias
gnósticas acerca de la intrusión arcóntica no se encuentran en
ningún texto en particular, y aun donde se encuentran, a menudo son
confusas e incompletas. Sin embargo, las líneas principales de
intrusión son lo suficientemente claras.
Metahistory.org
contiene numerosos pasajes sobre el enigma ET / OVNI, tratados en la
perspectiva de las enseñanzas gnósticas. EN cada caso comparo los
Arcontes con los ETs contemporáneos, esas entidades "alienígenas"
que parecen revolotear dentro y fuera de nuestro mundo, en particular
los Grises y Reptilianos ampliamente asociados con avistamientos de
ovnis, encuentros y secuestros. Hay, como todo el mundo sabe, una
vasta mitología desarrollada acerca de estas entidades. Mi idea aquí
es mostrar lo que es único en la historia gnóstica de los Arcontes
y en el análisis de sus actividades.
En
este ensayo me gustaría resumir el relato cosmológico, el mito del
origen Sofiánico con énfasis en los Arcontes como formas de vida
alienígenas. En un artículo complementario, “Cómo
somos desviados” (How We Are Deviated),
"perfilo" a los Arcontes más de cerca, con el objetivo de
dilucidar sus motivos y sus tácticas, como se ha descrito en varios
textos gnósticos.
Un
Aborto cósmico
El
evento central en la cosmología gnóstica se refiere el Eón Sophia,
una divinidad en el Pleroma (astronómicamente hablando, el centro de
nuestra galaxia, o cualquier galaxia). En el escenario de Sophia
Caída,
el Eón cae desde el centro cósmico y produce una perturbación
masiva en los reinos de la materia elemental, las extremidades
envolventes. Este evento mitológico puede ser visualizado de una
manera consistente con la física cosmológica moderna: el aumento
errático de un flujo de plasma desde el centro galáctico excita la
materia elemental en las extremidades, produciendo una serie de
formas de vida inorgánicas. Son llamados Arcontes (del griego
archai,
"anterior, desde el principio") porque surgen primero,
antes que el sol y el sistema planetario en su conjunto.
Los
Arcontes son criaturas humanoides de composición inorgánica, pero
vivos y conscientes a su propia manera. Su primer hábitat es la
región en la que el brazo galáctico se ha visto afectado por el
"brote" de plasma desde el núcleo. (Los astrofísicos
ahora suponen la existencia de tales brotes por la evidencia de
túneles filiformes que se extienden desde el núcleo, o bulbo
central, en la estructura del brazo). Esta agitación se produce en
la región de Orión, la más conocida y fácilmente reconocible de
todas las constelaciones estelares. Las entidades arcónticas así
producidas son de dos tipos, neonatas (o embrionarias, semejantes al
feto humano) y dracónicas (parecidas a los reptiles y los lagartos,
pero aún humanoides). Las formas rudimentarias de estas entidades se
pueden rastrear en patrones fractales de todo el conjunto de
Mandelbrot (Ver Alien
Dreaming).
Los
gnósticos llamaron a este evento "la generación de los
Arcontes", o "la generación del error", porque
equiparaban a los Arcontes con la tendencia humana para el error, un
tropo curioso que se explica más adelante en relación con la teoría
del error,
y en el perfil de la intrusión arcóntica en”Cómo
somos desviados”.
En una imagen extraña, la generación fractal del Arconte se compara
con "un aborto sin ningún poder propio. Como una sombra que
entró en funcionamiento en un vasta sustancia acuosa ... Y Sofía
flotaba sobre la materia caótica, que había sido expulsada como un
feto abortado".(Sobre
el origen del mundo,
99: 5-10, 20-25)
El
Mito de Gaia describe cómo el Eón Sofía es sorprendido por la
generación espontánea de estas entidades, este suceso no estaba
previsto en su "sueño" de un sistema de mundo más allá
del Pleroma. Los Arcontes surgen del impacto de un campo de fuerza
deífica que configura automáticamente el caos de los elementos
primarios, la materia o dema, más bien en la forma en que un flujo
sonoro configura arena fina sobre una superficie plana (las "formas
Chaldni"), o un imán transforma limaduras de hierro en una
graciosa escarapela. Esta dinámica de formación de patrones es la
autopoiesis de los dioses, grandes corrientes de vida que surgen a
través del Tiempo del Sueño.
Los
Arcontes emergen por primera vez en la forma de un recién nacido, y
luego en una mutación adicional ( "tail-dropping"3)
produce el tipo dracónico. El
Apócrifo de Juan describe
cómo el Eón Sofía esconde al jefe Arconte en una nube luminosa, de
manera que el Pleroma no ve el "aborto" que ella ha
producido sin darse cuenta. Con esta imagen, la mitología apunta
directamente a un evento descrito en la astrofísica moderna.
El
nacimiento del Sol
En
astrofísica moderna, el sol, la estrella central de nuestro sistema
planetario, se dice que ha sido producido por una explosión en el
interior de la nebulosa de Orión. En el área mitológicamente
representada como la espada de Orión, o el "falo de Osiris,"
hay una densa nube
molecular,
una cuna de nacimiento de estrellas. El sol fue literalmente
eyaculado desde esta región. La explosión estelar tiene dos
efectos: propulsa al sol recién nacido en una trayectoria aguas
arriba en el tercer brazo galáctico, y a medida que avanza, su
movimiento giratorio actúa como una turbina, tirando de la materia
elemental en un vórtice. El vórtice se aplana gradualmente en el
"disco proto-planetario."
De
acuerdo con el modelo actual de la evolución solar, este disco es
imaginado como un inmenso anillo ancho y plano compuesto de materia
elemental con el sol, rugiendo como un horno de fundición, colocado
en su centro. Poco a poco los elementos primarios se separan, y el
anillo se diferencia en bandas de partículas aglomeradas que se
condensan en planetas individuales. Las condiciones de este proceso
son tales que, por casualidad, la Tierra se desarrolla a partir de
una banda de densidad situada en una posición única, ni demasiado
lejos ni demasiado cerca del Sol. Esta ubicación ofrece las
condiciones exactas necesarias para el desarrollo de la biosfera. Las
condiciones necesarias para la vida orgánica no surgen en las otras
bandas.
Tal
es el relato de la cosmología moderna, pero el mito gnóstico de la
evolución planetaria difiere en algunos puntos clave.
Los
videntes gnósticos que observaban el cosmos en general vieron todos
los eventos como parte del milagro en curso de la conciencia. Ellos
se dieron cuenta que el poder que poseemos para ser conscientes del
cosmos no es una propiedad subjetiva única de los seres humanos,
sino que pertenece a la propia dinámica del universo. Por lo tanto,
ellos consideraban que todo lo que sucede más allá de la Tierra es
una expresión de la conciencia y la sensibilidad operando en
dimensiones superiores. Para ellos, la explosión del sol en la
nebulosa de Orión fue un acontecimiento presenciado y sentido por
los poderes cósmicos, incluso por el Sol mismo. En su "reproducción
visionaria" de ese evento, los gnósticos utilizaron lenguaje
mitológico para describir la aparición de nuestro sistema
planetario, como si se tratara de un proceso consciente, sentido y
presenciado por entidades cósmicas, pero para los videntes que
desarrollaron este mito, "como si" era "como es".
Ellos no antropomorfizaron, proyectando falsamente cualidades humanas
en un mundo no-humano, sino que intentaron describir las cualidades
de sensibilidad y conciencia de sí del cosmos en general.
La
gnosis es el conocimiento vivo de un universo vivo.
En
el escenario gnóstico, la erupción del Sol en la nebulosa de Orión
es un evento contemplado por el Eón Sofía y la legión de Arcontes
que ella produjo debido al prematuro efecto colateral de su impacto.
Al principio las entidades arcónticas son meramente formaciones de
tipo ondulatorio
en el despliegue de la materia densa elemental, el dema
(caos
de partículas atómicas y subatómicas). Ellos se forman
inicialmente como filigrana plegada sobre un revestimiento de
metales, pero cuando el sol entra en erupción en la nebulosa de
Orión, ejerce un poderoso efecto de vórtice sobre ellos. El
material de los Arcontes emergentes se organiza alrededor del vórtice
solar, entonces aplanado en un gran plato giratorio que se diferencia
en distintas bandas (aquí la descripción sigue la teoría actual).
Sin
embargo, nada de esto sucede sin conciencia. El cosmos en formación
es presenciado y sentido por los poderes que lo conforman. (¿Cuáles
son los instrumentos para este acto de testimonio, los órganos para
detectar en la escala cósmica? Yo diría que es un grupo de conchas
resonantes, algo así como las estructuras de dimensiones superiores
propuestas en la teoría de cuerdas). A medida que el disco
protoplanetario se forma, los Arcontes son absorbidos en él. Son
seres inorgánicos cuya composición física coincide con la química
inorgánica de los planetas, aparte de la Tierra. A medida que se
desarrolla el disco, el jefe Arconte, un tipo reptiliano llamado
Salkas, Samael o Yaldabaoth, presencia su formación y erróneamente
asume que él es el creador del sistema emergente. Es como si el jefe
Arconte se viera reflejado en el disco solar emergente y luego toma
ese sistema como su producto.
Abriendo
sus ojos, el jefe Arconte vio una gran cantidad de materia, sin
límite, y él se volvió arrogante, diciendo, "Soy yo, que soy
Dios, y no hay otro poder aparte de mí".
La
Hipóstasis de los Arcontes,
93:23.
Este
es el error primordial de la mentalidad arcóntica: confundir el
poder de atestiguar con el poder de crear lo atestiguado. Por lo
tanto, la aparición de los Arcontes, un evento cosmológico, se
identifica íntimamente con la "generación del error", un
evento noético. El paralelismo
cósmico-noético es
una marca de la ciencia visionaria gnóstica, como he señalado en
otra parte. Sin embargo, no es del todo singular a las enseñanzas
gnósticas. También ocurre en el budismo. En La
locura de Dios: Una Narrativa Cosmológica Budista (de
próxima aparición en "Créalo o No"), considero un raro
mito budista de la creación, que presenta una réplica exacta del
escenario gnóstico del Señor Arconte, Yaldabaoth.
ET
/ Navegante Arconte
Orden
simulado
Asumiendo
la pose arrogante de una deidad solar, Yaldabaoth cree falsamente que
él es el único dios en todo el cosmos. Por lo tanto, para los
gnósticos, la identificación de Yaldabaoth con Jehová del Antiguo
Testamento, una deidad que sufre de este gran complejo de egoísmo
cósmico, es una conclusión inevitable, prefigurada en el mito del
origen Sofiánico. Siendo ciego, Yaldabaoth no puede percibir el
Pleroma (núcleo galáctico), ni tampoco reconocer a Sofía, la
corriente cósmica que surgió desde el núcleo y le produjo en
primer lugar. Él se enamora, hinchado de grandiosidad, causando la
vergüenza de Sofía, quien quiere ocultarlo de la vista de los Eones
Plerómicos. "Ella lo echó lejos de su resplandor, de modo que
nadie entre los inmortales lo viera ... Unió una nube luminosa con
él, y puso un trono en medio de la nube". (Ap.
Juan BG
38, 1-10)
El
Eón Sofía es aquella corriente cósmica cuyo impacto organiza el
dema
y
produce a los Arcontes. Esto sucede porque Ella actúa
unilateralmente en su caída desde el núcleo galáctico, pero Sofía
no causa unilateralmente el nacimiento del Sol. Este es un proceso
que ocurre continuamente en las extremidades galácticas, debido a la
física de la estructura propia de los brazos. En una acción que
puede compararse a una rueda de molino moliendo piedras, la armadura
galáctica agita y refina la materia elemental, produciendo
constantemente el nacimiento de estrellas, la promesa de nuevos
mundos para experimentar.
La
clave del estatus único de nuestro sistema planetario es la
convergencia del impacto de Sofía con la expulsión desde la
nebulosa de una estrella recién nacida. El material de los Arcontes
se incorpora en ese vórtice material que se forma alrededor de esta
estrella, y Sofía misma fija al jefe Arconte ( "lo entroniza")
en el centro del disco protoplanetario ("nube luminosa").
Supervisados
por Yaldabaoth, los Arcontes ahora proceden a fabricar el sistema
planetario a partir de los elementos inorgánicos, de los cuales
ellos mismos están compuestos. Ya que no tienen la intencionalidad
(ennoia)
ni capacidad creativa (epínoia),
sólo pueden hacer esto mediante la imitación. El
Apócrifo de Juan (II,
10, 24-25) describe cómo el Señor Arconte "produjo por sí
mismo mundos cíclicos (cuerpos en órbita) desde la chispa luminosa
que sigue brillando en el cielo". Así, él recurre al poder del
vórtice de la estrella central, el Sol recién nacido, para
organizar la materia que se arremolina en el disco proto-planetario.
Sin embargo, Yaldabaoth no origina nada. Sólo puede copiar el modelo
del Pleroma, incluso sin saber que lo hace:
Y
él se maravilló por su propia arrogancia, pues parecía engendrar
poderes materiales (exousiai,
"autoridades") fuera de su propio poder solitario, pero
tras los patrones de los Eones imperecederos ... Y así fue que se
formó un stereoma ("firmamento") correspondiéndose con
las formaciones cíclicas del Pleroma.
(II, 10, 26 a 28, y 12,
25)
Las
enseñanzas gnósticas constantemente hacen hincapié en que los
Arcontes son imitadores que no pueden producir nada original, pero de
manera arrogante afirman que pueden. El Señor Arconte es llamado
pneuma
antimimon,
"espíritu falso". (Ap.
Juan III,
36:17. El término aparece varias veces en diferentes textos). El
cosmos que produce es descrito por el término copto hal,
"simulación".
El gran sistema planetario de los Arcontes es un stereoma,
una proyección de realidad virtual en la simulación de un patrón
de dimensiones superiores.
Típicamente,
el marco arcóntico del sistema planetario se ha representado por
"bandas armilares4"
que rodean la Tierra. (Ilustración de A. Cellarius, Harmonia
Macrocosma,
1660.) Tomado en muchos sistemas esotéricos (Hermética y
Rosacrucianismo) como la imagen por excelencia de la armonía
cósmica, el modelo de las esferas planetarias refleja una imitación
sin sentido de diseño divino, no la realidad viva del cosmos.
Yaldabaoth,
el presunto todopoderoso Dios creador, realmente no crea nada; en
cambio, él copia desde patrones "arquetípicos" en el
Pleroma. El stereoma planetario de su manufactura es como una copia
de plástico de una concha de abulón. Sólo alguien que no conoce la
realidad de la concha del abulón, y qué milagro viviente de la
naturaleza se requiere para producirlo, aceptaría una sustitución
de plástico. Una vez más, el paralelo
cósmico-noético se
aplica: los Arcontes simulan en el cosmos en general y también
simulan en la mente humana. Esta es una indicación clave de su
efecto, una pista de sus tácticas de intrusión sutiles.
Los
principales textos cosmológicos en la NHL, Sobre
el Origen del Mundo,
La
Hipóstasis de los Arcontes
y El
Apócrifo de Juan, son
consistentes en la descripción de cómo surge el sistema solar como
una simulación inorgánica del patrón de vida de los Eones eternos.
Aquí hay una mayor comprensión de "la generación del error".
Uno podría ser excusado (pero sólo apenas) por confundir el
plástico con una perla, pero sería una terrible ignorancia, de
hecho, np darse cuenta que se necesita todo un océano y una biosfera
viva y simbiótica para producir una perla. Sin embargo, esa es la
ignorancia de los Arcontes, que no pueden comprender el milagro
viviente del orden divino, enraizado en el Pleroma, aun cuando lo
están imitando.
El
stereoma de los Arcontes es verdaderamente un logro grandioso, algo
así como un palacio veneciano de muchas habitaciones de un capo de
la mafia afligido con religiosa grandiosidad y un sentido militarista
de la cadena de comando:
Ahora
el padre primordial (“archigenetor”),
el criador maestro de los Arcontes, dado que él había mandado que
vastos mundos orbitaran, produjo cielos para cada uno de sus
descendientes ... hermosas viviendas, y en cada cielo Yaldabaoth
produjo una decoración gloriosa, siete veces excelente: tronos,
mansiones y templos, y también carros y vírgenes celestiales ...
consignando a cada uno su propio reino celestial, y
proporcionándoles poderosos ejércitos de dioses, comandantes,
mensajeros y supervisores, en incontables miríadas, por lo que
todos ellos podrían servir y ser servidos.
Sobre
el Origen del Mundo,
19.
Los
lectores familiarizados con la psicología arquetípica de C. G. Jung
reconocerán en este pasaje todos los elementos del arquetipo
celestial común a las religiones dominantes: mansiones celestiales,
ejércitos celestes, carros de nubes, vírgenes a la orden, coros de
ángeles dispuestos con precisión militar. El stereoma está cargado
con kitsch espiritual. Si alguien necesita evidencia de cómo los
Arcontes puede infectar a la imaginación humana, aquí está, siete
veces excelente.
"El
engaño Divino"
Puede
ser chocante que gran parte de lo que los seres humanos han imaginado
como el cielo sea una fantasía arcóntica, o pudiera ser considerada
como tal por los gnósticos. Es más bien como si nuestra idea del
cielo (el reino del más allá) se basara en un parque temático de
Disney. En efecto, existe algo propio de Disney4
en los Arcontes, y hay a su vez algo claramente arcóntico en la
“disneyficación” de nuestro mundo. (Para algunas agudas
observaciones sobre este punto, véase Jerry Mander, En la Ausencia de lo Sagrado,
en lecturas recomendadas para Tecnología). Vale la pena señalar que
Walt Disney comenzó a alcanzar notoriedad en los primeros días de
la televisión estadounidense con películas notables sobre la
naturaleza, como El
Desierto Viviente.
En un determinado momento, sin embargo, Disney pasó de la naturaleza
a la fantasía. Él propuso que la construcción de Disney World en
Anaheim, cerca de Los Ángeles, fuera supervisada por un equipo de
"imagineers"5.
El resultado es que algunas personas que hoy en día visitan Disney
World están tan impresionadas por los simulacros, que no pueden
saber si los hipopótamos en el río son reales o artificiales.
Desde
un punto de vista gnóstico, Disney podría ser acusado del error de
Yaldabaoth: "él no obedeció al lugar de donde vino". En
lugar de permanecer dentro de los límites de la naturaleza y
aprender de lo que ha de ser observado allí, decidió reemplazarla
por la simulación. Esto es exactamente lo que hicieron los Arcontes
imitando "el patrón de los Eones imperecederos". Pero
tenga en cuenta los resultados.
Ya
sea que estemos considerando el cielo o Disney World, nos enfrentamos
a los efectos y artefactos de la imaginación humana, así como la
imaginación arcóntica, el genio de la inteligencia artificial. El
simulacro de los Arcontes puede tan convincente que se cae bajo el
hechizo de la creencia de que todo el planeta se puede convertir en
un parque temático tecnológico, e incluso la creencia de que un
mundo así sería mejor que el que ya tenemos. Estas creencias son
típicas del subterfugio arcóntico que los gnósticos detectaron, en
primer lugar, en su estudio visionario del cosmos en general, y en
segundo lugar, en sus agudas observaciones de cómo el comportamiento
humano está impulsado por fantasías religiosas y creencias
delirantes.
En
otra parte de este sitio (www.metahistory.org) he citado el principio
maestro de la Gran Obra, establecido en el Theatrum
Rosarium,
una recopilación de la tradición alquímica del siglo 17:
En
todas tus operaciones, deja que el trabajo se guíe por la
naturaleza, de acuerdo con la lenta progresión de los metales en
las entrañas de la Tierra.Y en tus esfuerzos, guíate en todos los
caminos por la verdad y no por la imaginación fantástica.
Bellas
palabras. Pero, ¿cómo podemos decir la verdad a partir de la
imaginación fantástica? El lenguaje de los principios alquímicos
establece en la primera parte de la fórmula lo que debe ser asumido
en la segunda: la verdadera imaginación sigue a la naturaleza, la
falsa aparta de ella. Esta desviación es la firma de los Arcontes,
pero es típicamente humano, o mejor dicho, típico de la arrogancia
de nuestra especie, presumir que podemos imaginar un mundo mejor que
el que ofrece la naturaleza. Y aun si mejoramos en el mundo natural,
debemos hacerlo con rigor alquímico, asegurándonos de que lo que
inventamos se basa en la observación cercana de cómo funciona la
naturaleza.
|
Alquimistas
recogiendo el rocío de la mañana. Mutus
Liber (
"El libro mudo"), 1677, La Rochelle. De Alquimia
& Misticismo, Alexander
Roob, p. 380.
|
La
tendencia humana a ser seducidos por la imaginación fantástica fue
profundamente entendida por los gnósticos, que detectaron en esto la
intrusión de los Arcontes en nuestra mente, y de hecho, en la
biosfera en que vivimos. Por supuesto, reconocemos hoy en día-
algunas personas lo hacen, al menos- que la “Disneyficación” del
mundo, disfrazada actualmente en pretensiones tecnomaníacas,
presenta una desviación grave para la humanidad. Tal vez una
desviación terminal. El hechizo de la inteligencia artificial se ha
extendido de forma masiva impactando cada aspecto de nuestras vidas.
Quizás en un futuro próximo, si no ya, sea imposible para la gran
mayoría de los seres humanos discernir lo que puede ser verdad,
vivamente imaginado, de la fantasía sin cuerpo.
Este
es el "engaño divino" que enfrentamos como la prueba
definitiva de nuestro propio potencial divino.
Al
poner un sesgo gnóstico sobre estos asuntos, no estoy diciendo nada
nuevo, ni hago observaciones que aún no hayan sido hechas (por
personajes como Jerry Mander, Theodore Roszak, o Jeremy Rifkin, por
ejemplo), pero estoy enmarcando toda la cuestión en una perspectiva
cósmica. A pesar de que se necesita inteligencia excepcional y
amorosa paciencia y, sí, "la verdadera imaginación y no la
fantástica", para conseguir lo que está detrás de este
material gnóstico, creo que vale la pena el esfuerzo que esto nos
pide. El hechizo de los Arcontes es realmente fuerte, pero puede ser
contrarrestado por una fuerza consumada que se encuentra en nosotros
mismos, en lo profundo de nuestra dotación Sofiánica. Sin embargo,
esta fuerza tiene que ser reclamada y cultivada. No surge por sí
misma, pero es despertada y sostenida por
el esfuerzo iniciado.
Después
de toda una vida de compromiso con la Gnosis experimental y la
mitología Sofiánica, estoy convencido de que ahí adentro está el
poder, no para ser encontrado en el conocimiento ordinario, ni
derivado de las mejores observaciones de las mentes más sensibles de
nuestro tiempo. Más que nunca necesitamos la delicadeza noética de
los iniciados gnósticos que vivieron el misterio, aprendiendo
directamente de la Diosa de la Tierra. En la perspectiva cósmica de
la Gnosis es posible que al fin descubramos el sentido secreto de lo
que somos y a lo que nos enfrentamos en este planeta solitario.
N. T.:
El
término sánscrito yoni significa ‘útero’, ‘vagina’,
‘vulva’ o ‘vientre’..
Nag
Hammadi Library, los manuscritos de Nag Hammadi.
Se refiere a un algoritno
utilizado en la administración de paquetes de datos en internet.
En el texto original “something
Disneyesque”.
Algo así como “ingenieros de la
imaginación”.